El gobierno de Morelia destina 5 millones a una escultura sin licitación, dejando de lado necesidades urgentes como agua e infraestructura
La estela de Alfonso
Mientras colonias enteras de Morelia se las ven negras para conseguir agua, mientras las calles se deshacen y las tenencias claman por servicios dignos, el gobierno municipal tiene en mente otra prioridad: una escultura de bronce con un costo de 5 millones de pesos. No es broma. Y lo más grave: será asignada de manera directa, sin licitación, sin concurso, sin consulta, sin nada.
El proyecto, que recuerda inevitablemente a la tristemente célebre Estela de Luz del sexenio calderonista, aquel monumento de mil millones de pesos y nulo significado colectivo, será otorgado por decisión del alcalde Alfonso Martínez Alcázar al escultor Padilla Retana, artista local de amplia trayectoria, reconocido por su obra pública y su dominio del bronce.
Pero el problema no es él. El cuestionamiento no gira en torno a su calidad artística ni a su talento, sino a la forma en que el gobierno decidió entregar esta obra: sin un proceso abierto, sin transparencia, sin permitir que otros artistas morelianos, que también hay y muchos, pudieran competir o al menos enterarse. Si se tratara de promover el arte local, ¿por qué no abrir una convocatoria? ¿Por qué el dedazo?
A estas alturas no se sabe siquiera en qué punto de la ciudad se instalará la escultura, pero lo que sí sabemos es que se pagará con recursos públicos en una ciudad con profundas carencias. Las tenencias carecen de servicios básicos, los baches se han vuelto patrimonio urbano, y los morelianos siguen viendo cómo su calidad de vida es ignorada mientras el gobierno apuesta por el ornamento y el simbolismo vacío.
Detrás de estas decisiones puede haber muchas motivaciones: vanidad política, necesidad de dejar una “huella” al estilo faraónico, o incluso, como algunos expertos en administración pública advierten, la búsqueda de mecanismos de gasto rápido en el cierre del ejercicio fiscal, evitando reglas más estrictas que implicaría una licitación.
Pero una escultura millonaria no tapa baches, no da agua, no mejora caminos. Lo único que deja claro es el orden de prioridades de una administración que parece más preocupada por su bronce que por el barro en el que vive la mayoría. Una estela, sí, pero no de luz: de opacidad.
Cónclave de palomitas
El sábado tempranito, en el salón Cantabria de Morelia se celebró un cónclave de palomitas palomeadas para volar alto el primero de junio, cuando sean las elecciones para definir jueces, magistrados y ministros en México.
El encuentro tuvo la presencia del mero mero repartidor de semillas, granos, bayas y bellotas en el estado, quien, informó con el pecho henchido a las alegres palomitas convocadas, que serán las futuras impartidoras de justicia en tierras michoacanas.
Soponcio
Tremendo soponcio le dio a Helder Valencia al enterarse que su paso como diputado local en el Congreso fue efímero, porque Octavio Ocampo decidió retornar a su curul rompiendo con ello el acuerdo que habían tomado para permitir al primero permanecer como suplente más tiempo en la Cámara.
Cuentan que el disgusto fue tal, que Helder fue a parar al hospital, aprendiendo en carne propia lo que muchos otros ya conocen sobre la seriedad y valor de la palabra empeñada por el dirigente estatal perredista.