Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Morelia, Michoacán.-Títeres de madera fueron quienes darían vida a través de la manipulación física de estos, la historia escrita por Lope de Vega, esta tarde lluviosa en el Foro La Mueca.

Y no solo fueron los juguetes, sino un “jugueteo” de los diálogos, los que irónicamente representarían a un pueblo indignado por los abusos del poder, que tras rebelarse, tomaría la justicia en sus manos.

La música marcaba el compás de la obra Fuenteovejuna, la rebelión de un pueblo, jugando con las emociones de sus perceptores, indicándoles cuando reír, cuando temer y cuando gritar…

Foto: Ismael Díaz/Contramuro

Era imposible no caer rendido ante la escenificación mayoritariamente de madera que abordaba por completo el Foro La Mueca, un foro rodeado de telas negras, montando a los espectadores en una bancada, haciéndoles sentir como el Juez, casi real, de los hechos que ocurrieron en Fuenteovejuna.

Tambores y flautas complementaban a la perfección la gesticulación de una actriz, que con su mirada infinita y adentrada en las líneas de este guión, narraba un acercamiento entre dos situaciones que tienen un punto de contacto: el pueblo que asume la justicia y aquel que tiene razones poderosas para hacerlo.


Una mezcla abrumadora de acentos complementada por elevación de la voz, susurros misteriosos y risadas entrañables, fueron algunas de las técnicas que harían sentir la verdadera experiencia de esta obra coral multitudinaria.

Cuando el narrador se apoderaba del cuerpo de la protagonista, el escenario le iluminaba brillantemente, acentuando su momento en el escenario. El cambio de voces iría de la mano del trueque de luces. Tonos rojos para demostrar temor, azules para la armonía y verdes para la neutralidad.

Fuenteovejuna, la rebelión de un pueblo, adaptada a la versión de La Mueca, te toma cautelosamente de las manos para agitarte interiormente al hecho de concientizar el peso de la historia.