Morelia, Michoacán.- El frío se siente en la piel y unos minutos antes de las 08:00 horas de este sábado 15 de septiembre, familiares de víctimas mortales y quienes sufren de secuelas por los atentados terroristas ocurridos durante la ceremonia del Grito de Independencia en la Plaza Melchor Ocampo de Morelia, ya están a la espera para recordar como desde hace 10 años, a quienes perdieron la vida en los cobardes hechos que cambiaron la historia de la ciudad de las canteras rosas.
Están en silencio, sentados, no se hablan entre ellos; mutilados y con secuelas internas, en silla de ruedas, con muletas (…) se concentran en el silencio, miran hacia el piso y de vez en cuando alguno de los pequeños que los acompañan rompe el espacio para hacer alguna pregunta. Frente a ellos, el desfile de funcionarios estatales y municipales que acompañan la ceremonia, ellos de pie o sentados sin mucha atención a las víctimas y a la espera del gobernador.
El secretario de Gobierno se hace paso entre los presentes para ir al encuentro de quienes este día más que otros, sufren al recordar las fiestas patrias. Se acerca y les tiende la mano, platica con ellos; lo saludan con amabilidad pero no se levantan, siguen sentados, pensativos y pareciera que les molesta la cantidad de cámaras que disparan hacia ellos pero no dicen nada, “estamos acostumbrados”, relata después uno de ellos.
Diez minutos después de las 08:00 horas llega el gobernador, pasa frente a ellos con un saludo colectivo y se coloca al pie del asta para izar la Bandera Nacional, a media asta en memoria de los caídos aquel 15 de septiembre. Se participa en los honores y enseguida la voz al micrófono pide colocarse junto al monolito que se erigió en una de las jardineras para recordar este día.
Colocan la ofrenda floral con la leyenda “los seguimos recordando”, se escucha de la banda de guerra de la 21 Zona Militar el toque de silencio, solemne y exacto y con él llega el llanto: “se siente en el alma”, relatan. Con el rostro mojado por las lágrimas uno a uno se acercan a colocar una flor y para algunos es más difícil. “Duele pisar este lugar, duele dejar una flor y recordar”.
Termina el acto y en silencio se retiran, voltean las miradas al cielo y caminan dando la espalda al monolito pero sin dejar atrás el episodio de terror que a 10 años de los granadazos, ha dejado huella en sus cuerpos y en sus memorias. “Duele recordar, es difícil estar aquí y es imposible no escuchar el ambiente de esa noche”.