Por: Oliver Romario Manriquez Ayala
Todos los gobiernos tienen aciertos y errores, la actual administración federal no es la excepción, en cualquier democracia es necesaria la autocrítica y la retroalimentación, se cumplen 2 años del triunfo histórico del Movimiento de Regeneración Nacional. El resultado de las elecciones presidenciales del 2018 tiene características singulares, es la primera vez que un movimiento de izquierda gana la presidencia de México en tiempos contemporáneos, con abrumadora mayoría de los votos, al igual que la mayoría en el poder legislativo.
Los principales errores en 2 años son por ejecución, a mi parecer por dos aspectos ingenuidad o falta de competencias, no entraré en discusiones ideológicas sobre las acciones del gobierno actual, solo en cuestiones de praxis.
El estancamiento económico del 2019 fue en gran medida a causa de diferentes errores de la administración, se pudo marcar un referente histórico y ser el primer inicio de sexenio con crecimiento económico. ¿Qué fallo? Algo llamado “timing”, la sincronización del gasto público. El gobierno federal decidió reasignar recursos a proyectos prioritarios (no importa si están a favor o en contra de ellos), era necesario que a la misma velocidad que se quitaba de un área dinero fuera asignado y gastado en las otras. Por ejemplo, el censo del bienestar tardo casi un año (plazo risible con las condiciones del país) desde el periodo de transición para tener el padrón de beneficiarios y un poco más en transferir efectivamente los recursos de todos los programas sociales, no es tema menor, se pudo empezar a movilizar 3 billones de pesos desde el primero de enero de 2019, pero no fue así.
De igual manera se le asignó presupuesto a proyectos estratégicos del sexenio, cuando apenas estaban en proyectos ejecutivos y se sabía que habría una lucha de parte de la oposición para retrasar su ejecución, ocasionando que el presupuesto fuera gastado a final del año y principios del 2020. El impacto es importante, los programas del gobierno federal, no solo tienen un carácter de redistribución de la riqueza, también son un mecanismo de reactivación económica, la cual no tendrá los frutos esperados, primero por las consecuencias mundiales de la enfermedad COVID-19 la mayoría de las transferencias de recursos en programas sociales han servido como un colchón de subsistencia, no como un incremento en la demanda efectiva.
Por otro lado, la militarización de la administración pública, en específico de la ejecución de la obra pública nulifica el principal objetivo a corto plazo de incrementar el gasto público, el efecto de arrastre en las cadenas de valor de cada proyecto que terminaría dinamizando la economía nacional, ya que las diferentes empresas que pudieran participar en ellos, son desplazadas por militares que ya reciben un sueldo actualmente, limitando la creación de empleos nuevos.
Estos errores tienen dos causas, la ingenuidad al dejar en cargos claves a funcionarios de administraciones pasadas, los cuales no están a favor del programa nacional y trabajan para bloquearlo. Así como la designación de personas que no tienen la capacidad y voluntad de trabajar para que el programa nacional se ejecute a la velocidad necesaria. Si no se reacciona y evita tener estas dos fuentes de errores, el gobierno tendrá que sortear problemas innecesarios durante el resto del sexenio.
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