En Público
Por Sergio Torres Delgado
Algo pasa con los cuerpos policíacos del estado y de la capital. Al término de las marchas de las mujeres con motivo del 08 de marzo, la fuerza pública arremetió contra algunas manifestantes, debido a presuntas acciones violentas.
Hay que reconocer que efectivamente dentro de los diferentes grupos sociales hay expresiones violentas, resultado del radicalismo, fundamentalismos u otros intereses meramente políticos. Cuando valoramos esta realidad, decididamente no es algo que generalicemos. No podemos estereotipar a todos o todas las integrantes de un colectivo o de una comunidad.
Sin embargo, el actuar de los elementos pareciera no responder a protocolos ya establecidos. Da la impresión de que su actuar es errático, tanto que en su torpe proceder evidencian no saber qué hacer ante la presencia de las y los periodistas que solo buscan realizar su labor, la de informar los hechos que nos afectan y nos impactan como sociedad.
Y no es responsabilidad de las y de los efectivos solamente. Tienen que seguir órdenes de sus jefes, a veces sin claridad ni idea de cómo deben conducirse. El resultado, uniformados que, sin preparación o capacitación suficiente, tratan de impedir el ejercicio de las libertades fundamentales que encarnan los representantes de los medios de comunicación.
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Por supuesto, sin argumento alguno, sin razones justificables, pero con el poder de la cantidad y, del armamento que portan, provocan y hasta retan a los periodistas, en un burdo intento por evitar que las detenciones de las activistas queden registradas.
Hay que recordar el lamentable asesinato del joven Julio César Chagolla Salcedo – quien padecía una enfermedad mental- a manos de la policía municipal de Morelia, durante el gobierno morenista de Raúl Morón Orozco.
Como premio, la entonces comisionada de la policía capitalina, Julissa Suárez Bucio, fue sostenida en su cargo, contra el clamor popular.
Durante la misma administración morenista también está el caso de las agresiones policiacas denunciadas por una reportera de CB Televisión. Otro escándalo más, a los cuales habría que sumar innumerables casos que no llegan a tener la misma trascendencia, aun cuando son evidentes y condenables abusos por parte de aquellos que juran proteger a la gente.
¿Cuáles serán las órdenes o instrucciones que recibirán los elementos policíacos? Esa es la gran pregunta. Hay que recordar que policías estatales han sido también exhibidos por el diputado federal morenista Carlos Alberto Manzo, a fines de enero de este año, en el municipio de Uruapan.
¿Acaso no se les prepara para mantener el control en situaciones de presión? En grupo y al calor de los hechos, inmediatamente parecen perder la ecuanimidad, se envalentonan, intentan amedrentar a todo mundo, agreden a las y los compañeros de prensa, según se desprende del video publicado en redes por la reportera de una televisora estatal.
Se necesita que alguien, desde arriba, sepa poner orden y canalice el actuar policial antes de que esto escale a otra dimensión. Deben existir políticas que los constriñan a conducirse con respeto a los derechos humanos y al ejercicio periodístico.
Y eso viene desde la cabeza de cada una de las corporaciones, sean federales, estatales o municipales.
Se quiera o no, el sentir y pensar de los jefes dicta la línea que, en los hechos, aplica cada policía. Cuando la cabeza muestra soberbia y desprecio hacia la prensa, aun cuando nunca dé una orden directa en contra de esta, nunca faltará desafortunadamente alguno que otro subordinado que busque la aprobación del patrón de manera incondicional, al grado de no ser capaz de manejar sus impulsos.
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