Tzintzuntzan, Michoacán.- El camino de piedra está iluminado con luz natural y a la entrada un gran arco que desprende el característico olor de la flor de cempasúchil da la bienvenida, el atrio del ex convento de Santa Ana recibe a las familias que durante el transcurso de este año perdieron a un ser querido.
Cada una lleva un arco adornado con flor de cempasúchil que al centro tiene la mejor fotografía del difunto, algunos con ofrendas colocadas o colgadas y todos sin excepción con las flores típicas, las que se siembran y cultivan especialmente para esta fecha.
Esperan pacientes a que inicie la Eucaristía que da inicio con el ritual de la bendición, es una Misa celebrada en español y cantada en Purépecha. En el lugar se siente la tristeza por los que han partido recientemente, pero hay también la alegría de la esperanza de que descansan en paz, con Dios.
Termina la Misa y se da tiempo a la bendición, el sacerdote pasa arco por arco “dale Señor el descanso eterno” … y a cada paso las bandas de viento que acompañan a las familias tocan la diana. Una vez terminada esta ceremonia se forman en fila para salir en procesión.
El son del “toro pinto” retumba en el ex convento y avanza la peregrinación. Por la carretera hasta llegar al camposanto la banda no deja de tocar, “Juan Colorado”, “arriba Pichataro” y hasta el “pávido návido” son las más sonadas, al entrar al cementerio y sin dejar de danzar las familias colocan la ofrenda en las tumbas que ya están ornamentadas y remeras de luminarias naturales.
Bailan alrededor y en honor a su difunto, descansan, oran y agradecen a Dios haberlo tenido en vida el tiempo “que fue necesario”. Se sientan alrededor y relatan los episodios con los que lo recuerdan, los que les hace sentir que aunque sea solamente hoy, está con ellos.