Foto archivo: Internet

Enrique Ochoa Reza, moreliano de nacimiento, era la carta fuerte del presidente Enrique Peña Nieto para ser aspirante a la gubernatura de Michoacán por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en los comicios de 2015, por ser un cuadro incondicional del partido al titular del Poder Ejecutivo Federal.

El extitular de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cumplía con todos los requisitos para el presidente para ser postulado como abanderado tricolor al Solio de Ocampo, pero el requerimiento que más pesaba era que era un priista joven, tecnócrata y era un alfil de la nueva casta de militantes juveniles que permitiría renovar a la clase política de Michoacán de este instituto político.

Ocho Reza empezó a ser tema de conversación y de proyecciones políticas entre los priistas michoacanos ya en el 2013, para ser el candidato a la gubernatura que sería impuesto por Enrique Peña Nieto en el 2015 con miras de que se diera una sacudida a los priistas de la vieja guardia y renovar a este estado donde se mantiene una clase de políticos emanados del PRI  ya con años en la política pero sin dejar que crezcan jóvenes a cargos públicos.

El hoy candidato de unidad al CEN del PRI era medido por encuestas ordenadas realizar por la Secretaría de Gobernación, señalan priistas michoacanos, quienes a parte de Enrique Ochoa Reza también se mandaron hacer mediciones por encuesta al uruapense Benjamín Grayeb, quien es presidente del Consejo Nacional Agropecuario, instancia desconcentrada del Gobierno de la República.

En el 2014, ambos priistas y afines al presidente de México seguían apareciendo en encuestas, pero no eran muy conocidos. A Enrique Ochoa Reza, quien no dudó de tener el respaldo del grupo del poder en el gobierno federal, no concretó su objetivo de ser candidato a gobernador de su estado, porque no estaba posesionado en Michoacán, pero también porque se le atravesó Silvano Aureoles Conejo, quien había ya aprobado diferentes reformas estructurales como la educativa, la fiscal y hacendaria en respaldo al gobierno Federal, poniendo al presidente de la República  una deuda pendiente con Aureoles, por avalar sus diputados federales varias leyes y reformas en los primeros tres años de gobierno.

Al final, el PRI determinó que fuera otro de los incondicionales de Peña Nieto como fue el senador Ascensión Orihuela a ser candidato a gobernador, pero a sabiendas que no operaría el PRI a su favor para que llegará Silvano Aureoles Conejo a ser quien es gobernador del estado en este momento por los acuerdos y compromisos con Enrique Peña Nieto.

Incluso, Ascension Orihuela reclamó al entonces líder estatal del PRI, Marco Polo Aguirre Chávez, y quien es hoy diputado federal, por no activar a los operadores políticos en los municipios. Después de la elección de hace un año, Aguirre Chávez reconoció a Orihuela Bárcena, “era orden de la presidencia del PRI”, dijo no activar una parte de la estructura para movilizar el voto el día de la jornada electoral y permitir que Silvano Aureoles ganará.

Enrique Ochoa ya como próximo dirigente nacional  del PRI deberá de definir qué posición jugará para Michoacán si será de intervenir en las decisiones de los próximos candidatos al 2018 o de simular un trabajo político como se hizo con Beatriz Paredes y Mariano Palacio Alcocer, quienes en campañas políticas y en gobiernos del PRD en el pasado nunca voltearon a apoyar al priismo michoacano en contiendas como 2006, 2007 y 2009.


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