En la utopía de la mayoría de los ecologistas dejaríamos inmediatamente el uso de plástico, y llevaríamos envases reutilizables cada vez que vamos a los supermercados, donde recolectáramos cada producto que necesitamos. Esto suena a una solución viable y una manera para disminuir a cero nuestro consumo de plástico ¿verdad? El problema es mucho más profundo que eso.
A pesar de todo el daño que conocemos que el plástico puede causar, no fue creado con la intención de contaminar el ambiente. Las condiciones que hacen al plástico un material tan dañino son las mismas que lo hacen tan bondadoso: su resistencia, su precio y su inocuidad. La relevancia y la utilidad del plástico en el contexto contemporáneo es tal que, simplemente no podemos deshacernos de él. Tan solo en esta pandemia mundial y nacional actual por el COVID-19, el plástico tiene la facultad de prevenir la transmisión del virus en objetos y personas. Esto sin mencionar cuantos polímeros plásticos usamos, no solo para alimentos, sino en tecnología. Su ligereza y resistencia lo hacen un material único para toda clase de propósitos, sería imposible concebir la vida moderna como la conocemos sin él.
El plástico detonó en buena medida a la sociedad post industrial y se convirtió en símbolo de avance cultural, desde muebles hasta vestidos fueron hechos de diversos polímeros en la década de los 60 y 70, la moda del plástico fue en su momento más fuerte que su opuesto actual, lo que creó un sinnúmero de industrias en torno a ella, juguetes, equipos médicos y adornos de todas clases surgieron a partir de su “boom”, por ello las posturas de tolerancia cero se topan con inercias estructurales sólidas; así debe ser propuesto el debate y encontrado el punto medio que permita alcanzar el objetivo de eliminar la contaminación derivada, pero que permita la subsistencia de un símbolo vigente de fácil y barata producción.
La solución aparejada y con menor daño a la economía que desaparecer una industria que da millones de empleos en el mundo y de la que dependen innumerables “ecosistemas sociales” es sin duda, reorganizar los sistemas de contención y control de los desechos plásticos, con programas estructurados que tengan un ingrediente cultural importante, impulsar la cultura del reciclaje y generar la cadena de vigilancia del desecho hasta su destino seguro es un alternativa no excluyente que debe involucrar a los mismos sectores que pugnan por una salida unívoca a un tema complejo y de múltiples variables.
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