Alcaldes y diputados locales de Morena, “cooptados por gobernadores”: Monreal
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“Lo que se mueve inquieta, decía el socialista Francois Mitterrand, al explicar las reacciones negativas y el miedo que provocó su primera elección, en 1981, dentro y fuera de Francia.

En esos días se registraron fugas de capitales, horror a las expropiaciones, rechazo al impuesto sobre las grandes fortunas, inquietud por las “nacionalizaciones”.

Los cuatro ministros comunistas incorporados a su gabinete reforzaban esos temores. En manos de los “rojos” dejó las carteras de Salud, Transporte, Función Pública y Formación Profesional. Vivíamos entonces en un mundo de bloques. Capitalistas vs. Comunistas. Paralelismo entre contrarios. Pero Tontón (Tío) Mitterrand, como cariñosamente lo llamaba su pueblo, entendía que su país formaba parte de la Comunidad Europea y que la economía de Francia funcionaba en un mundo global.

El comercio se realizaba, principalmente, con países del “Mercado Común” y su defensa se enmarcaba en la OTAN, que ponía cara al bloque soviético.

Sabedor de que “en política y en el amor las palabras tienen más peso que las cosas…”, Mitterrand supo contener su vocabulario y controlar, vía la incorporación a su gobierno, al PC que, desde entonces, comenzó a desaparecer.

El socialista dio un giro al centro y, posteriormente, hasta tuvo que “cohabitar” con un gobierno de derecha encabezado por Jacques Chirac. Hoy Mitterand es considerado como uno de los grandes estadistas del siglo XX.

La introducción tiene que ver con lo que hoy vivimos en México, después del  triunfo de AMLO. La esperanza que reflejan los de “abajo”, contrasta con el miedo que en sectores de  la clase media y la desconfianza de los grandes capitales.

Hay incertidumbre política, temor a una devaluación, fuga de capitales. El ambiente no es propicio para la inversión. La cancelación de las obras del NAIM en Texcoco, que traía un avance de 33%, sentó las bases de esa desconfianza.

Ya hay consecuencias derivadas de esa inquietud de los inversionistas. La Bolsa está en caída libre. Ayer perdió 4.2% adicional por la incertidumbre política y las broncas en la frontera norte con Trump y los migrantes centroamericanos.

La BMV llegó a estar arriba de los 50 mil puntos.  Anda hoy en los 39 mil. Los morenos han contribuido al ambiente negativo que se siente en el mundo de los negocios y que ya fue comentado hasta por The Wall Sreet Journal. Al trancazo del NAIM se siguió la finta de la eliminación de las comisiones en los bancos. Eso bastó para que la bolsa bajara 5.8 por ciento.

Y vino la propuesta de Morena de modificar la Ley Minera para consultar a las comunidades indígenas antes de otorgar concesiones a esa industria. Fue presentada por una senadora de Morena, quien antes de llegar al escaño era ama de casa, según Xóchitl Gálvez. Agregue que el peso se debilita frente al dólar. Cerró ayer a 20.90. Un “desliz” del uno por ciento en un día. El 2 de julio, al día siguiente de la elección, se cotizaba en 19.76 por dólar.

Los salarios en el sector público van para abajo, por la controvertida Ley de Salarios Máximos. Nadie puede ganar más que los 108 mil pesos que cobrará AMLO.

No sólo bajan los sueldos de la burocracia dorada, sino también de los trabajadores, a los que les quitaron bonos y prestaciones. Austeridad republicana obliga.

Los morenos acabaron con la meritocracia en el sector público. Le pusieron el tapete a la mediocridad. Agréguele que van a poner de patitas en la calle al 75% de los burócratas de confianza. Pregunte: ¿qué  va a hacer toda esa gente?

Estamos a cuatro días de que rinda protesta. Todavía es tiempo de un giro al centro que devuelva la confianza a inversionistas, aplaque los temores de la clase media  y de los empleados de confianza en el gobierno.

Los Morenos tienen que controlar su discurso. El lenguaje radical no  ayuda. “¿No se dan cuenta que cada que anuncian medidas controvertidas sube un punto el pago de la deuda?”, preguntaba Xóchitl en una charla informal que sostuvo ayer con el coordinador de los senadores del PVEM, Raúl Bolaños Cacho.

Bolaños Cacho, por cierto, vaticina un Black Monday para el 3 de diciembre. Queremos que la boca se le haga chicharrón y que súbitamente se nos aparezca El tío Andrés Manuel.

No pocos los que se fueron con la finta de que Alfonso Cepeda, líder interino del SNTE,  es  allegado de Elba Esther Gordillo. La verdad es que está más cerca del exdirigente de Sindicato de Maestros, Juan Díaz, de cuyo aparato fue integrante, que de la maestra.

Lo anterior quedó claro ayer en la reunión que sostuvieron integrantes de la organización Maestros por México, identificada con Gordillo,  con el presidente electo, en las oficinas de la calle Chihuahua.

Los representantes de Maestros por México le hicieron saber a AMLO que se oponen a que el interino se quede hasta el  2024, como él mismo anunció. Juran, también, que Andrés Manuel se comprometió a que el SNTE renovaría su dirigencia en los primeros meses del 2019, sin la intervención  de gobiernos estatales. “No se vale poner vino viejo en botellas nuevas”, habría dicho AMLO.

López Obrador habría pedido a Olga Sánchez Cordero, próxima secretaria de Gobernación,  y a Luisa María Alcalde, titular del Trabajo, dar seguimiento al proceso en el sindicato.  Más tarde le tocó a la cúpula del SNTE ir a las oficinas de AMLO. El comunicado que dieron a conocer viene redactado en términos radicalmente opuestos.

Cepeda y los suyos afirman que el electo garantizó que no va a intervenir en la vida del sindicato. Y hace una cita textual de lo que dijo:

“El gobierno no se va a meter en la vida interna de las organizaciones sindicales, tienen que ser los maestros, ustedes, los que, de manera independiente, libre, decidan a sus representantes”.

¿A quién le cree?