El río que canta, en el corazón de Uruapan, conoce más sobre este espacio natural
Uruapan, Michoacán.-El río que canta, en el corazón de Uruapan, en este lugar de ensueño, el correr del agua cautiva y embelesa: es un deleite para los sentidos. En los oídos resuena el estruendo de las cascadas y el repiqueteo de los riachuelos entre las rocas, relajando la mente y liberando al alma de sus cargas.
Desde cualquiera de los corredores escénicos, el verde y azul de sus paisajes hechiza la mirada, mientras el olfato se deleita con los olores de la tierra mojada, de la humedad de la madera y los senderos empedrados, combinados con el aroma a hierba fresca.
En permanente contacto con la naturaleza, el recorrido ofrece atractivos que lo hacen el principal centro recreativo y de esparcimiento al aire libre de la región: fuentes y puentes de piedra; el mural “Eréndira”, de Manuel Pérez Coronado, que data de 1961; los estanques de la granja tutrícola, el vivero y la leyenda de la rodilla del diablo.
En 1938, por decreto presidencial de Lázaro Cárdenas, fue declarado Área Natural Protegida junto a la reserva forestal que lo rodea.
Antiguamente los terrenos habían pertenecido a la Quinta Ruiz, fundada por Don Toribio, que al morir, en 1878, la heredó a su hijo Eduardo, intelectual y liberal de fines del silo XIX.
El reconocido hombre de letras legó la finca a su hija Josefina, quien promovió su venta para pasar a ser propiedad de la nación y uno
de los 40 parques nacionales creados en el régimen cardenista.
Así, entre 1947 y 1951, comenzó la construcción de los espacios turísticos que existen hasta nuestros días, y de donde parte el tradicional Paseo de las Aguadoras, mujeres que toman agua del manantial Rodilla del Diablo en cántaros de barro, para su bendición en las fiestas de semana santa.
Parcialmente inmerso en la mancha urbana de Uruapan, Michoacán, se localiza el nacimiento de “el río que canta”, significado que cronistas y escritores han atribuido al vocablo “Cupatitzio”, de origen purépecha.
En cambio, Eduardo Ruiz, asoció su nombre a la voz “kupátzin”: “donde se bañan” o “agua en que se puede nadar”. También hay quienes refieren que proviene de “kupíntsi”, “donde sale o brota el agua”, o “kupanda”, “agua que brota entre las raíces de los aguacates”.
El caudal de esta subcuenca hidrológica, proviene del nacimiento de manantiales producto de infiltraciones pluviales en sus mantos acuíferos, los cuales propician servicios ecosistémicos de preservación de la biodiversidad y brindan abasto hidroeléctrico y potable a las zonas industrial, urbanizada y agrícola del municipio.
Pero la sobreexplotación y explosión demográfica tienen consecuencias graves: acarreo de basura, aguas negras y desperdicios producto del cultivo de aguacate. Los esfuerzos de algunas personas para preservar el paraíso, no son suficientes ante la inconsciencia egoísta de mucha gente.
Ingresa a: Las tres presas hidroeléctricas más importantes de Michoacán
Con información del Programa de Conservación y Manejo Parque Nacional Barranca del Cupatitzio, edición publicada en 2006 por CONANP y SEMARNAT.