La globalización como la conocemos ha llegado a su fin, inició con la caída del muro de Berlín y concluirá en el momento que termine de construirse otro entre la frontera del vecino del norte y México. Las divisiones que venían arrastrándose desde hace décadas le dan forma al rostro de la nueva era que se parece tanto a un pasado no resuelto: El racismo contra las minorías, la xenofobia en los niños blancos gritándoles a los estudiantes latinos que construyan el muro, la homofobia, la misoginia, las desigualdades sociales, la exigencia de implementar políticas proteccionistas, y claro la guerra fría, ahora contra los chinos.
El mundo está asustado ante el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump quien anunció que podría llegar a deportar hasta 3 millones de indocumentados con antecedentes penales. De manera paralela, miles de estadounidenses marchan en contra de lo que significa su triunfo, el pasado 12 de noviembre, en Portland hubo un herido de bala. Las escenas de violencia entre blancos y latinos se multiplican. Él recoge la intolerancia que sembró, califica las protestas de injustas y piensa que se trata de profesionales incitados desde los medios de comunicación. Su contrincante Hillary Clinton culpó de su derrota al FBI y el mandatario Barack Obama pide calma ante el desconcierto.
En este escenario vale la pena hacer memoria, el 23 de octubre, Trump consideró que las encuestas estaban amañadas, y agregó que sin el apoyo mediático, su rival, Clinton, no sería nada. Denunció una especie de conspiración de los medios: “Ellos tienen el control sobre sus vidas, controlan lo que escuchan y lo que no, lo que se cubre y lo que no”. CNN, Univision,The New York Times, The Washington Post, entre otros, se convirtieron en aliados de los que actualmente ostentan el poder, fueron el eslabón que manipuló y orientó la opinión pública. Quedó claro, quien atente en contra de sus intereses no importa si es un político de extrema izquierda o de extrema derecha se transforma en automático en un enemigo que debe destruirse y desprestigiarse (los antecedentes de Trump ayudaron mucho).
Puntualmente cumplieron con la función que debe tener la propaganda, mantuvieron la llama encendida de la campaña de Clinton. No la hicieron ganar la elección, porque son los electores quienes definen al vencedor. Pero sin duda provocaron que las bajas del adversario resultaran mayores de lo previsto y permitieron una mejor negociación. Los dueños de estos emporios no defienden la libertad de expresión sino la libertad comercial. Estos aparatos propagandísticos se ramifican en el globo terráqueo, en México con Televisa y Tv Azteca. Todas estas empresas deben irse por inmorales y peligrosas para la población.
Respecto a la violencia física y verbal del republicano, muchas mujeres y hombres de todas las razas se preguntan: ¿Cómo un misógino salió avante? Él equiparó el liderazgo con tener el mando; para obtenerlo se requiere tener fuerza. Desde su punto de vista las mujeres no pueden ser líderes ya que sus opiniones son más frágiles en comparación a las que emiten los hombres.Explotó las profundas actitudes y creencias sexistas arraigadas en la sociedad estadounidense. Resultó un buen discípulo de Paul Joseph Goebbels, ministro de propaganda en la Alemania nazi, quien en su momento afirmó que el contexto de la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales (los cuales se encuentran a un nivel subconsciente).
Mientras, del otro lado del muro, los mexicanos se sienten desolados, la clase política apostó a integrarse económicamente a ellos y la gente de a pie camina con la zozobra de que el peso continúe su caída frente al dólar. Se aferran a la falsa esperanza de salvarnos milagrosamente. ¿No sería mejor ir a la búsqueda de nuestra identidad que dejamos en algún lugar a cambio de la promesa de que formaríamos parte del primer mundo?
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