Donald Trump está por cumplir un año y cuatro meses al frente de la Casa Blanca en Washington D.C., y su gestión no ha dejado de ser polémica en lo más mínimo, tanto en su política interna como en la exterior. Trump ha sido quizá el mandatario que más conflictos verbales ha llevado contra la prensa así como contra los propios aparatos de inteligencia nacional de EUA, tales como la CIA, el FBI y la NSA.
Respecto a la política exterior ha tenido roces diplomáticos con una buena parte de los países del mundo. Así como también manifiesta una forma muy directa e impulsiva de realizar las críticas que hace sin pensar demasiado en los efectos que estas puedan tener.
Todo lo anterior ha originado que ciertos sectores de la población de EUA, repudien a su actual presidente y sus impredecibles políticas. Dentro de este sector crítico se encuentran los miembros del partido demócrata, quienes actualmente forman parte del bloque de oposición en el legislativo federal estadounidense.
Desde el primer día de presidencia del magnate, los demócratas se han se colocado en una posición de adversarios absolutos a la gestión federal, entre sus acciones notables estuvieron oponerse en un primer momento a la aprobación del presupuesto que Trump quería para el muro en la frontera sur, así como también se opusieron a los decretos migratorios que Trump expidió para limitar la entrada de migrantes a territorio estadounidense, sobre todo provenientes de países musulmanes, entre otras cosas más.
Al final, es rol tradicional del partido perdedor -electoralmente hablando-, fungir como oposición al gobierno federal estadounidense. Sin embargo, la actitud del partido demócrata desde la llegada de Trump también ha dejado mucho que desear.
Si bien es cierto que las políticas de Trump son polémicas y muy criticables, los demócratas también han tenido una actitud bastante irresponsable y soberbia en términos políticos.
Desde la derrota de Clinton en 2016, los demócratas han estado completamente resentidos con Trump, llegando incluso algunos a señalar que el actual presidente no estaría en el cargo de no ser por la ayuda de los rusos. Estas declaraciones además de poco lógicas son peligrosas, pretenden suponer que el gobierno de Obama fue un gobierno óptimo así como también lo fue la campaña de Clinton, y que todo es culpa de la intromisión de una potencia extranjera.
Esto sin lugar a duda exhibe la crisis interna que afronta el partido azul de EUA. Realmente el gobierno de Obama distó mucho, negativamente hablando, de la expectativa que se generó en 2008; el exmandatario desaprovechó muchas oportunidades para realizar los cambios que prometió, y abandonó tácitamente muchos sectores sociales que en un inicio le habían dado un respaldo, los cuales finalmente le dieron el apoyo a Trump en las pasadas elecciones.
Los demócratas se centraron básicamente en restaurar el desarrollo socioeconómico de las clases medias en las grandes zonas urbanas, tales como Nueva York, Boston, Los Ángeles, Seattle, etc. Sin embargo los sectores del interior del país, especialmente el sector rural, así como el obrero, prácticamente no fueron apoyados por las políticas demócratas durante los ocho años que éstas eran planteadas en Washington D.C.
Muchos granjeros, trabajadores y pequeños comerciantes, lo perdieron casi todo en la crisis económica del 2008, y vieron como Barack Obama se comprometía en sus discursos a sacar a EUA adelante, sin embargo tal como se señaló eso no ocurrió en estos sectores. El beneficio de la época Obama fue casi nulo para esta parte de la población, que finalmente se vieron tentados por el discurso populista de Trump en 2016, lo cual desde luego le jugó en contra a Clinton.
La victoria de Trump, expuso concretamente dos cosas: la primera, que el gobierno de Obama realmente no fue lo que se intentó proyectar en los medios, un supuesto gobierno inclusivo y “liberal” que estaba de manera lenta pero segura recuperando el crecimiento económico y los empleos perdidos, sino que fue un gobierno que dejó mucho que desear y que tenía a una buena parte de la población descontenta, y la segunda, que Clinton realizó su campaña de una manera bastante soberbia, ello debido a la forma en que subestimó al magnate con el que perdió, lo cual hizo que no realizara exitosamente una “operación cicatriz” al interior de su partido, esto se pudo notar al ver como muchos simpatizantes de Sanders no la apoyaron en la votación, así como también decidió no visitar las zonas “olvidadas” del gobierno de Obama, tales como las granjas del interior de EUA ni tampoco se reunió con líderes obreros de fábricas que cerraron por la crisis, todo ello afectó negativamente a la ex primera Dama.
Los demócratas distaron mucho de tener una gestión exitosa y lo idóneo hubiera sido que a partir de su derrota revisaran sus errores y entendieran de una forma más objetivas las causas reales de la llegada de Donald Trump a la presidencia, no obstante por el momento no parece que la situación vaya por ese rumbo, sobre todo porque la mayoría de los lideres demócratas prefieren seguir culpando a la campaña de odio de Trump y a la supuesta intromisión rusa de su derrota ,en vez de asumir las consecuencias de sus propios errores.