La Mesa Directiva de la Comisión Permanente había acordado inexplicablemente no debatir ese atropello a la democracia llamado “Ley Bonilla”. El pretexto era que no habían tenido respuesta oficial de los legisladores de BC.
Pero horas antes, 15 de los 22 diputados del Congreso local habían ratificado el regalo de 3 años extras al gobernador electo, a pesar de que traen a todo México en contra.
No les importa. Terminan el encargo el 31 de julio. En la tribuna de la Permanente, los legisladores coincidieron en que, a cambio violar la Constitución, recibieron un “pago de marcha”.
Los legisladores del PAN presentes en la sesión no estaban
contentos con la decisión de la Mesa, a pesar de que su representante, José Elías Lixa, había firmado el acuerdo.
Les parecía una aberración esperar una semana —hasta la próxima sesión— para debatir la nueva embestida contra la democracia.
El senador Damián Zepeda pidió la palabra para proponer se revisara el acuerdo. Quería que “la marranada” —así la calificó— se discutiera en ese momento
En su intervención, condenó el apoyo de Yeidckol y del subsecretario Ricardo Peralta, a las ambiciones de Bonilla.
Damián mezcló al Presidente en el asunto. Le reprochó su silencio, sus evasivas. “Si no quiere ayudar, que no estorbe”, pidió desde su curul.
Brincaron los de Morena. El diputado Mario Delgado fue el primero. No le gustó lo de la ”marranada” y menos que hablara de AMLO.
Los morenos le recordaron a Damián que los panistas son mayoría en el Congreso de BC y que avalaron el atropello.
“Ya los corrimos, a nosotros sí nos da vergüenza”, respondió.
Los morenos tampoco entendieron la lógica de la Mesa. Querían debatir y dejar claro su rechazo a la prolongación del mandato de dos a cinco años. Cristóbal Arias fue el primero.
En su turno, Mario Delgado dejó en claro la condena de Morena al Congreso de BC, pero también ejerció su derecho de réplica:
“Es la marca de la casa venir aquí a gritar, a decir que son expanistas, cuando ayer mismo volvieron a ratificar esta acción. No se vale la hipocresía y el doble discurso”, le dijo a Zepeda.
Debatieron más de dos horas a pesar de que estaban de acuerdo en lo esencial: utilizar todas las vías legales para que se dé marcha atrás a esta violación al pacto federal y a la Constitución.
La diputada del PRI, Dulce María Sauri, urgió incluso al gobernador Francisco Vega a publicar la Ley, a fin de poder controvertirla o echarla abajo con una acción de inconstitucionalidad en la SCJN.
Unos lo dicen públicamente, otros en cortito, pero la mayoría de los legisladores están conscientes de que la Ley Bonilla puede sentar un pésimo precedente para la democracia de este país.
A Muñoz Ledo lo conocí personalmente en los
años ochenta en París. Político excepcional, desde entonces le he tenido
respeto, admiración y afecto. Cumplió ya 86 años.
Me enteré que está hospitalizado. Lo operan hoy de la vesícula. Hago votos para que todo salga bien.
Supe también que, al igual que Martí Batres en el Senado, se quiere reelegir como presidente de la Mesa Directiva en San Lázaro. La famosa vitamina “P”.
Pero a diferencia del Senado, la Ley dice que en diputados, la presidencia de la mesa se rotará entre los grupos parlamentarios en orden decreciente.
Le tocaría entonces a un panista, si Porfirio se baja. Entre los azules sobran los aspirantes: Marco Adame, Laura Rojas, Pilar Ortega, Adriana Dávila, Jorge Luis Preciado.
Si las condiciones se dan y se respetan los acuerdos, será un panista el próximo presidente de la Mesa Directiva en San Lázaro. ¿Quién? Se decidirá en votación.
En la columna sobre el caso Ronquillo, que publicamos ayer, escribí que Yuri, la que lo puso para que lo secuestraran, era la “supuesta novia” del asesinado estudiante. Error. Era la exnovia. Una disculpa a los lectores y sobre todo a Jennifer, la compañera sentimental del muchacho en el momento de la tragedia.