Por Christián Gutiérrez.
Durante los cursos que ofrezco de neuromarketing político, con frecuencia me preguntan los políticos asistentes, ¿qué deben hacer para tener buena reputación y poder conquistar el poder político?. Las respuestas que les doy son diversas, pero les comento una muy sencilla: cualquier gobernante -con algún cargo, por pequeño que parezca-, debe pensar en dejar un legado, de beneficio colectivo.
Ese debe ser su objetivo y más aún, si pretenden ganar otro cargo de representación popular o administrativo, les digo.
El Gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, ya lo logró: se firmó lo que se ha venido llamando “federalización de la nómina magisterial”, que es en realidad un acuerdo educativo donde Estado y Federación pactan, acorde a las capacidades financieras estatales, nuevos porcentajes de aportación para el pago de salarios y prestaciones de los maestros estatales, ante la asfixia que venía padeciendo el erario estatal. Ése es un legado histórico.
Durante varios años, el botín político y económico de gobernantes y líderes sindicales, fue la nómina magisterial de la educación preescolar, primaria y secundaria de Michoacán. Se cansaron de saquear las arcas públicas de Michoacán, apalancándose en el sector educativo.
Lázaro Cárdenas Batel, como Gobernador de Michoacán, se encargó de engrosar la nómina del Poder Ejecutivo como nunca antes se ha visto. Sin duda, llegó para disponer del poder público para beneficio de sus amigos y aliados; las plazas magisteriales, fueron parte de ese gran tesoro. Y no solo eso: entregó al sindicato disidente el control del sistema educativo estatal.
Leonel Godoy, también como Gobernador, tomo su tajada del pastel. No solo siguió la tradición de cederle el control de la política educativa a la CNTE, sino que, hoy se sabe, durante su cuatrienio se firmaron varias minutas con el magisterio michoacano, pero sin tener recursos económicos para cumplir con los compromisos. Estos hechos, fueron el tiro de gracia para el Gobierno de Michoacán.
Hasta aquí, estos dos gobernadores se encargaron de estregar el aparato gubernamental a militantes, simpatizantes, amistades y familiares. Y, como lo cité líneas arriba, a la CNTE.
Fausto Vallejo, Jesús Reyna y Salvador Jara, poco pudieron hacer con el cuete en la mano llamado magisterio michoacano. En realidad, tampoco intentaron nada. Prefirieron apostarle a que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, era aliado y de su partido -el PRI- y pensaron que les ayudaría. Peña Nieto “los apoyaba” mes a mes para pagar la nómina y bonos magisteriales, pero eso solo significó patear el bote.
Tuvo que llegar Silvano Aureoles para lograr la federalización de la nómina magisterial; aunque sigo pensando que lo hizo como una respuesta obligada, al cáncer casi mortal que tenía.
¿Qué sigue?, le pregunté hace ocho días al Gobernador de Michoacán en mi columna semanal.
Me parece que Silvano, ahora se pone en un escenario electoral, con posibilidades de que su grupo político capitalice el legado que ha sembrado su líder.
Cierto es que la imagen de Michoacán no es la mejor, sobre todo provocada por el tema de inseguridad y de los múltiples conflictos magisteriales. Ni más, ni menos, a la CNTE de Michoacán hay que cargarle parte de la crisis económica que hoy vive el país, y que tiene su origen en aquellos bloqueos a las vías del tren, del mes de enero de 2019.
Podrá gustarme o no la administración de Silvano Aureoles; ese es otro debate. He sido muy crítico de su gobierno, sobre todo cuando en el pasado, por mis actividades profesionales, me moví cerca de la política de partidos políticos.
Pero hoy, que en mi vida profesional realizo actividades diferentes, veo las cosas con unas gafas distintas y debo reconocer que este Gobernador logró lo que otros cinco gobernadores no supieron hacer, no pudieron hacer o no quisieron hacer.
¿Qué sigue Silvano? Me parece que ahora debe ir por más. Ahora ya no tendrá argumentos para explicar fallas en el aparato de gobierno. Dinero habrá para aplicarse en cada dependencia y sin desviarse. Eso es una fortaleza para él o una debilidad, depende del cristal con que lo mire.
En mi opinión -como si jugáramos en un video juego-, el Gobernador “recuperó una vida” y tiene la posibilidad de jugarla a su favor.
Sigo esperando más de su gobierno, pero por el momento ya consiguió un legado que puede convertirse en buena reputación si lo saben gestionar y comunicar.
Sigo pensando que Silvano goza de salud, aunque varios lo quieran dar por muerto.
* El autor estudia la maestría en Comunicación, tiene
estudios de doctorado en Política, de maestría en Ciencia Política y de
maestría en Neuromarketing.
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