Los Pinos intervino en el proceso electoral del vecino de norte en su búsqueda de abrir espacios de diálogo con los candidatos. No obstante, la abanderada demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Hillary Clinton, rechazó la invitación del presidente de México, antes de las elecciones de noviembre. En pleno mes patrio, es lógico que en las calles existan reclamos al Gobierno Federal, cuestionan las formas con justa razón, las autoridades trataron al candidato presidencial del Partido Republicano, Donald Trump como si hubiera ganado la elección. Resulto ofensivo que no se hubiera disculpado por sus declaraciones racistas, aunque en realidad lo que enfada es que nos vemos como una nación bananera. Este evento insólito solo podría encontrar un paragón histórico con lo sucedido el 14 de diciembre de 1994, cuando Hugo Chávez, que apenas había salido de prisión, viajó a La Habana donde lo esperaba el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro. Al ex militar venezolano, le dieron trato de jefe de estado, naturalmente hubo un escándalo mediático. Sin embargo, este hecho no fue determinante para convertirse años más tarde en presidente de Venezuela. ¿Sucederá lo mismo con Trump? Todo depende de Hillary que ha demostrado ser torpe, se le acusa de hacer mal uso de un servidor privado para asuntos oficiales.
Incluso el mal manejo que se dio a la visita de Trump, está trastocando los tiempos de la sucesión presidencial. Se especula que Miguel Ángel Osorio Chong titular de la secretaria de Gobernación, ocupara la Secretaria de Desarrollo Social (Sedesol) habilitándolo para ser candidato del PRI en el 2018. En contrapartida, Luis Videgaray, encargado de la secretaria de Hacienda, es el chivo expiatorio del desaguisado. En este contexto, el Senado de la Republica que tiene la facultad de analizar la política exterior del país, puntualizó que el encuentro entre el mandatario mexicano y el candidato republicano no puede ser considerado de índole privado. La oposición exige la remoción del cargo del ejecutivo, cuestión que no prosperara, la idea es dañar la imagen de los priístas. A pesar que falta dos años para las elecciones resulta difícil que el partido oficial retenga el poder.
En otros sectores también hay movimiento, los empresarios que suelen cuidar sus propios intereses y generar empleos mal pagados, manifiestan su preocupación ante un eventual muro que divida a México y Estados Unidos, además de la renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC). Temen perder sus privilegios, y de ahí la indignación frente al discurso del republicano que podría revertir, según sus cálculos, “la amistad” entre ambas naciones. A la ola de indignación se han sumado intelectuales que estuvieron vinculados a la promoción del voto útil que llevo a Vicente Fox Quezada a la presidencia de la República (2000-2006). Consideran un error histórico haber permitido el maltrato del incomodo visitante, pero omiten que desde 1982 nuestra política exterior ha privilegiado los intereses de los estadounidenses.
De igual modo los medios masivos discuten con vehemencia el proceso electoral del 8 de noviembre. Si fuera por ellos votarían a favor de los demócratas. Deberían aprovechar su esfuerzo mental y reflexionar sobre la identidad nacional cuyos pilares han sido sacrificados a nombre de la globalización. Mientras tanto, los connacionales que radican del otro lado del Rio Bravo, sienten haber sido traicionados por las autoridades mexicanas. Es una exageración, pues olvidan que la mayoría están en esas tierras producto de la corrupción y mediocridad de la clase política local que hoy debería rendir cuentas.