Ciudad de México.- Hay un dicho que dice, siempre hay que tener cuidado con lo que se deseas porque se te puede cumplir, el Ejército Mexicano siempre se quejó desde los tiempos de Felipe Calderón de haberlo sacado a realizar labores de policía civil, y sobre todo de hacerlo asumiendo los innumerables costos laterales sin recursos presupuestales adicionales, que se destinaban a la Policía Federal sin dar los resultados esperados.
Con Peña Nieto fue la misma cantaleta, aunque su tratamiento presupuestal fue mejor, hoy con la 4T le hizo justicia la revolución y obtienen el más alto ejercicio presupuestal de su historia, pero lo obtiene en el peor momento, en el peor gobierno y en la mayor suspicacia sobre su proceder institucional.
El Gobierno de López Obrador, le dio lo que siempre anheló: más dinero, más poder, más control, pero también más exposición, más espacios auditables, más vulnerabilidad frente a la corrupción sistémica, y mayor atención del gobierno de los Estados Unidos frente a su crecimiento institucional desmedido.
El ejército aceptó la jugosa y atractiva manzana envenenada de un gobierno débil en su fortaleza, inepto en su amplitud y escaso en su visión estratégica, y ya le dio la primera mordida.
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El ejército mexicano nunca ha sido un excelente administrador, lo salva la secrecía con que se maneja y la escasa o nula rendición de cuentas a que esta sujeto, sus fines y objetivos le permiten todo, y más si para los gobiernos en cuestión representan la única alternativa más o menos eficaz para atender un delicado reclamo de seguridad.
Han sido y son, la última barricada de los gobiernos para no perder el control de la gobernabilidad en muchas zonas del país, por su escaso compromiso y responsabilidad por crear policías civiles eficientes y eficaces en el cumplimiento de tu tarea.
En este gobierno, la historia es otra muy distinta de la tradicional narrativa militar, hoy lo tienen todo, les han dado todo: obras de infraestructura, el control total sobre la política de seguridad nacional y de seguridad pública, bueno hasta la compra de medicinas será una parte de sus nuevas responsabilidades, el argumento del líder de la 4T, es que son incorruptibles, son algo así como una especie humana con una genética diferente que los hace impermeables al virus de la corrupción, no son mexicanos tradicionales y menos son neoliberales, fifís o de la mafia del poder, no son nada de eso, es el pueblo uniformado impoluto, la personificación romántica de los ángeles vestidos de verde olivo.
La detención del General Cienfuegos, Secretario de la Defensa de la pasada administración, hace pedazos ese idílico concepto romántico absurdo que se ha querido trasmitir, independientemente de si son ciertas o no las acusaciones, ponen en evidencia las agencias de los Estados Unidos, la extrema vulnerabilidad a que están expuestas las instituciones de seguridad pública, en temas como por ejemplo del narcotráfico.
Nadie, ni ninguna institución por muy buena reputación que tenga, esta libre de ser tocada por la corrupción y más en un país con una profunda debilidad institucional y frágil estado de derecho.
De manera ilegal, el gobierno de los Estados Unidos interviene comunicaciones de la más alta autoridad militar del país, sin conocimiento del gobierno mexicano, poniendo en evidencia dos temas de manera inmediata, la falta de confianza en todas las instituciones mexicanas involucradas en el tema de seguridad y el avance al más alto nivel de la corrupción sistémica.
No es tema menor, debería de provocar en un país medianamente serio, un profundo análisis sobre la gravedad del tema y la necesidad de atender de inmediata las afectaciones institucionales.
Y el ejército debería estar muy preocupado, porque este diagnóstico de vulnerabilidad institucional se da, cuando maneja el más importante incentivo para la corrupción: un abultado y discrecional uso del presupuesto federal en tiempos de la 4T, con todo lo que ello implica.
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Lo que podría considerarse como una bendición, a través de una mayor delegación de facultades y atribuciones presupuestales, en estos momentos es una manzana envenenada.
Podría ser la perdición institucional de la más importante institución de seguridad nacional que tiene el país. Y eso traería severas consecuencias para el país, en este momento de destrucción institucional, perder al ejército sería terriblemente perjudicial para todos.
Para quienes conocen el manejo de los recursos públicos y la responsabilidad que ello implica, cuando se te dan dineros públicos sin un aparejamiento de transparencia y rendición de cuentas, es una sencilla y simple invitación al infierno, que ya sabemos que su camino siempre esta plagado de buenas intenciones.
Es tiempo de que la sensatez de la milicia se imponga, y lo primero que exijan sea el acompañamiento civil de sus acciones en materia de seguridad y mayores controles auditables y rendición de cuentas en sus innumerables nuevas tareas indilgadas, y un amplio proceso de discusión sobre la vulnerabilidad de sus funciones y la obligación del Estado mexicano por protegerlos de manera responsable.
No son tiempos para decir que todo esta bien, por el bien de esta importante institución y del futuro del país debemos señalar exactamente lo contrario, al final este gobierno y sus excesos, serán sólo un momento, por responsabilidad de los implicados hay que poner en la mesa las graves consecuencias que representan para el país, lo que estamos viviendo.