No es una profecía. Tampoco un cuestionamiento sesgado o tendencioso de un columnista “chayotero” que critica a la 4T. Mucho menos la defensa de los privilegios y abusos en regímenes pasados que nos tienen donde estamos.
Es una realidad que tenemos enfrente. Un hecho que va a lastimar en serio a la población más vulnerable de este país: El desabasto de medicamentos en el sector público vinculado a la ausencia de una red confiable de distribución.
El problema deriva de la obsesión de llevar la austeridad a extremos que han dañado no sólo el sector salud, sino también a la educación, la ciencia, la tecnología, la cultura, el turismo, la investigación, la inversión, la construcción y en general, a todas las actividades que requieren recursos públicos.
Los programas “socioelectorales” de AMLO llevan prioridad en la utilización de los recursos que el gobierno obtiene de la recaudación.
*En estos días se nos han acercado representantes de por lo menos dos laboratorios para exponernos el tamaño del problema que se avecina. Lo describen así:
“Niños con cáncer sin anestesia, enfermos del riñón sin diálisis, retrovirales transportados en camiones de redilas —la denuncia es de Adrián Quiroz, líder de los pacientes de VIH—, medicinas que nadie sabe quién va a distribuir”.
La pesadilla tiene fecha. Inicia el próximo lunes. Ese día es el fallo de la licitación en la que participan decenas de laboratorios nacionales y extranjeros.
Cinco días después deben entregar los medicamentos, material radiológico y de laboratorio en alguno de los siete puntos fijados con ese propósito.
El negocio es grande: 17 mil millones de pesos.
*Por primera vez no participan los distribuidores. Fueron vetados por acaparadores. Tres de ellos concentraban la entrega del 60 por ciento de los medicamentos, lo que es “inaceptable”, según el presidente López Obrador.
Hasta allí todo bien. La bronca es que no hay quién distribuya. Los sacaron de la jugada sin tener suplentes.
Los laboratorios que resulten ganadores van a dejar las medicinas en los puntos fijados. De allí a repartirlos por toda la República. ¿Cómo? Quién sabe.
La distribución de medicamentos no es como la de cualquier mercancía. Requiere de condiciones especiales para que no pierdan su efecto o provoquen daños a los que los consumen.
Algunos necesitan refrigeración. Mantener cierta temperatura para conservar su efectividad.
Los laboratorios, además, se quejan de que el gobierno de AMLO incumplió los contratos que se habían firmado en el 2018 para el 2019.
De buenas a primeras resolvieron que a mediados de año harían una segunda licitación, basados en la cláusula que les permite terminar ese contrato una vez cubierto el 40 por ciento en la entrega de las medicinas comprometidas para todo el año.
“Quieren demostrar que pueden ahorrar”, nos dice uno de nuestros interlocutores.
¿Y quién es responsable de ese cambio? Preguntamos. El nombre que escuchamos no nos sorprendió: Raquel Buenrostro, oficial mayor de la SHCP. Sin comentarios.
*Cerramos ayer este espacio con datos del IMSS sobre la caída de 88 por ciento en la creación de empleos formales durante el mes de mayo.
En forma irónica preguntamos si el presidente López Obrador no saldría en la mañanera de ayer con la cantaleta de que “tiene otros datos”.
Parafraseando un pasaje bíblico: es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que Andrés Manuel admita que hay cosas que no le funcionan.
Fue lo que ocurrió. Él llevó otros datos a la conferencia. No admite la caída en la ocupación formal. Argumenta que las estadísticas no incluyeron a 481 mil ninis (becarios) inscritos en el seguro que reciben mensualmente 3 mil 600 pesos.
Dice que el primero de julio —un año de su victoria— va a dar un informe y a demostrar que los especialistas, las calificadoras internacionales, el Banco de México, el FMI, la SHCP, están equivocados al reducir las expectativas del crecimiento en el país.