Columna / La sonrisa de Maquiavelo
“Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos, sino que desnuda las almas y ese espectáculo suele ser horroroso” Albert Camus
Para 1947, fue publicada La Pestede Albert Camus, una de las obras cumbre del filósofo y escritor francés, en la cual, se relata la llegada de la propia peste a la ciudad argelina de Orán, causando a su paso, la muerte de centenares de sus habitantes.
La novela de Camus, además de relatar lo ficticiamente acontecido, viene a desnudar la condición humana de una sociedad que carece de sentido de comunidad en los peores momentos de crisis. Condición humana, que desvela que las peores epidemias son morales y no propiamente biológicas, y que lamentablemente, los antivalores como: la miseria, la indiferencia, la intolerancia, la intransigencia, como la irresponsabilidad, entre otros, afloran en los tiempos aciagos.
Hoy a 73 años de la publicación de La Peste, pareciera que la realidad ha superado a la ficción camusianay sus reflexiones, esto, ante la pandemia global que ha generado el COVID-19 originado en la ciudad Wuhan, en la provincia de Hubei, en China. Crisis sanitaria jamás prevista como no dimensionada, y que se ha diseminado en todos y cada uno de los confines de nuestros 5 continentes.
Las acciones gubernamentales alrededor del mundo, han sido variopintas para efectos de contener el contagio como la propagación del CODIV-19, y con ello, tratar de reducir las tasas de mortandad que ya ascienden a miles de personas como lo hemos constatado en los casos de China, Italia, España y los Estados Unidos de América, específicamente. Medidas de gobierno que han ido desde aquellas que han rayado en el autoritarismo al vulnerar la esfera de los derechos fundamentales del ciudadano, hasta medidas flexibles y un tantos laxas que han conllevado a terribles consecuencias.
El COVID-19 es una realidad que ya está aquí y no se puede negar. Las consecuencias a lo largo de esta pandemia como sus efectos a posteriori, vendrán a trastocar todos y cada uno de los engranajes de nuestra vida en sociedad; un solo ejemplo de ello, es la tarea de la recuperación económica que es necesario plantearse a escala global en el contexto de una recesión apenas en ciernes, situación que para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, vendría a implicar la construcción de un Plan Marshallpara tratar de hacer frente a la situación.
No obstante, más allá de las medidas que se sigan adoptando desde la trinchera gubernamental para hacer frente a la pandemia que nos azota, la solución para ello dependerá de la propia supervivencia de la humanidad, así como del papel que el ciudadano adquiera ante esta contingencia.
Es momento, que en esta coyuntura la política del ciudadano y no la del político profesional, sea la que marque la pauta para propugnar por un sentido de unidad como de solidaridad. De que nuestra voz sea crítica ante las no atinadas decisiones gubernamentales, pero siendo responsables al argumentar nuestras posturas. Es momento que el ciudadano sea el político que impulse la tolerancia como la responsabilidad, y no el divisionismo como la polarización. Es momento de no ser omisos y pasar al campo de la acción.
Es en este contexto, que es momento de replantearnos nuestro actuar ante una sociedad a la cual pertenecemos, de poner a prueba nuestra ciudadanía como los valores de la generosidad, la solidaridad, la tolerancia, como la responsabilidad, es decir, de tener un compromiso compartido. Es momento de reivindicar nuestra condición humana, de fortalecer nuestro sentido de comunidad. En pocas palabras, de poner a prueba nuestra ciudadanía.