Francisco Lemus | @PacoJLemus
No es casual que la mayoría de las potencias occidentales apoyen a Israel a toda costa y en contra de toda prueba, ya que la función central de este “Estado” es la de mantener una división en esa zona predominantemente integrada por países islámicos, aprovechando la tragedia que representó el genocidio perpetrado por los nazis en contra del pueblo judío.
Los ojos del mundo están en este momento en el Medio Oriente y hay razones de sobra para la preocupación y la indignación, las tensiones podrían escalar a niveles globales, a la vez que la violencia que están sufriendo los civiles de ambos bandos no es un tema menor, aunque es notable que uno de los dos bandos ha llevado la peor parte.
El apoyo de las potencias se mantiene a pesar de que organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o Human Right Watch han mostrado pruebas de que el ejército israelí utilizó armas que están prohíbidas, eso para ya ni hacer hincapié en el bombardeo a un hospital, situaciones que el Estado israelí niega, pero sus antecedentes lo contradicen.
Como ya es costumbre en los debates políticos contemporáneos, la verdad acaba convirtiéndose en un tema de militancia, en donde cada quien opta por defender la que considera “la verdad” que más le conviene creer.
Así, las reverberaciones de este conflicto llegan a México para alimentar la polarización de costumbre. Por una parte, el presidente, con bastante mesura se negó a condenar los ataques de Hamás como le exige el Estado israelí y, desde luego, su más fuerte aliado: Estados Unidos.
A estas voces se suma la derecha aunque no tenga muy claro cuál es su posición, ya que si algo caracteriza a la derecha, particularmente a la católica, es su ridícula aversión al judaísmo. Pero, como ya es costumbre para la oposición a López Obrador, cualquier pretexto es bueno para contrariarlo.
Una postura menos mesurada fue la del presidente colombiano, quien no dudó en denunciar los crímenes que han caracterizado a los dirigentes israelíes en el pasado y por tanto manifestarse a favor del pueblo palestino, que ha sido el que ha puesto la mayoría de las muertes en el conflicto, en su mayoría civiles.
Desde 1988 el conflicto palestino-israelí ha dejado alrededor de 13 mil 400 muertos, 87 por ciento de ellos han sido palestinos, y desde 2008 han sido marcadamente civiles. A pesar de ello hay quienes de forma totalmente acrítica no dudan en dar su apoyo total a Israel y en mostrar una total intolerancia hacia cualquiera que manifieste una postura contraria.
Aunque se niegue, este tipo de situaciones abren la oportunidad para mostrar la islamofobia que desde 2001 reina en todo el mundo occidental. Desde luego en el mundo islámico hay extremismos, los cuales no parecen causar incomodidad cuando son utilizados por alguna potencia occidental, como los talibanes en la guerra contra la Unión Soviética en los 80’s.
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Valdría la pena preguntarse cómo se comportarían los occidentales, por ejemplo europeos, si en vez de que Inglaterra desde su colonialismo hubiera decidido que el Estado israelí se instalara en alguno de sus países. Seguramente no los hubieran recibido con la paz que el pueblo palestino está obligado, peor aún cuando Israel ha excedido las fronteras originales.
Difícilmente este conflicto se va a solucionar con violencia, menos aún con violencia terrorista como la que ejercen el ejército israelí o Hamás. Si a esto se le agregan los intereses de los países occidentales y en general los intereses económicos, el problema parece estar lejos de solucionarse, y peor aún, la violencia está lejos de parar.
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