Por: Alfonso Solórzano Arias
A partir del 2 de enero del presente año, el polémico ex capitán del ejército de Brasil, Jair Bolsonaro, asumió las funciones de la presidencia nacional del país más grande de toda América Latina.
Cabe destacar que la campaña del ahora presidente de Brasil estuvo basada en una retórica antiprogresista y sobre todo enfocada a atacar directamente las políticas de los expresidentes Luiz Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff, señalando que era gracias a estos gobiernos que en Brasil se había incrementado la corrupción, el desempleo y la inseguridad.
Bolsonaro a lo largo de su campaña mantuvo el mensaje de que Brasil estuvo en su mejor momento durante la época de la dictadura militar (1964-1985) y que él restaurara esta “época de oro”, traerá de vuelta los viejos valores tradicionales que supuestamente fueron olvidados gracias a los gobiernos “comunistas” del PT, y que eliminará toda influencia del “socialismo” en Brasil.
En términos un poco más concretos, el actual presidente brasileño está planteando la privatización de prácticamente todos los sectores económicos donde el estado puede tener influencia, incluso no se descartan la salud y la educación, se plantea la posibilidad de abrir una base militar estadounidense en alguna parte del territorio nacional de Brasil para reducir la influencia de Rusia en la región. Y es un promotor directo del acercamiento con Israel.
En cuestiones sociales Bolsonaro es muy conservador, respalda abiertamente la idea de la familia “tradicional”, es decir, heteroparental, mantiene ciertos elementos de segregacionismo racional con las comunidades indígenas y afrodescendientes, y no tiene interés alguno en fomentar apoyo social en las comunidades más marginadas del país, donde, por lo mismo, se genera una fuente de recursos humanos perpetua para el crimen organizado.
Sobre esto último el ex capitán cree en una estrategia de seguridad de “mano dura” contra el crimen, es decir, incrementar la actuación de las fuerzas armadas en las tareas de seguridad en ciudades, así como promover que los ciudadanos de Brasil tengan mayor acceso a las armas, no obstante, la idea de la reinserción social y programas de desarrollo en las comunidades más pobres no está contemplada en su agenda política.
Ahora bien, no todos los que votaron por el nuevo presidente de Brasil necesariamente comparten su visión de país y sociedad. Muchos solamente votaron por Bolsonaro debido al hartazgo social que se ha vivido en Brasil los últimos años, ello debido al poco crecimiento económico, el estancamiento salarial así como los gastos que no fueron redituables en la Copa Mundial 2014 y en los Juegos Olímpicos de 2016, el incremento de inseguridad en distintas ciudades, adicionando también los casos de corrupción que tocaron a los principales partidos políticos de los distintos espectros ideológicos.
Con todo esto, el discurso agresivo y “políticamente incorrecto” de Bolsonaro, logró conectarse con muchos ciudadanos inconformes con la situación actual que afronta Brasil. Por ende lo que esperan de su nuevo mandatario es una mudanza radical de la política respecto a cómo está justo ahora.
Ciertamente pueden vislumbrarse cambios que Jair Bolsonaro aplicará pero difícilmente puede creerse que esos cambios serán para la mejoría de la población en general. La idea de la “mano dura” contra el crimen ya quedó demostrada como una propuesta fracasada si no viene acompañada por elementos de reinserción social en las clases sociales más desprotegidas. Así mismo, si el nuevo presidente cumple su palabra sobre la privatización de los servicios administrados por el estado, será un hecho seguro que mucho brasileños quedarán sin acceso a bienes y servicios básicos, lo cual claramente los impulsará a engrosar las filas del crimen para salir adelante.
No parece haber un futuro claro para Brasil, sin embargo es comprensible hasta cierto punto la llegada de alguien como Bolsonaro a la presidencia, ahora solo resta esperar y ver qué clase de cambios traerá el nuevo presidente y así como de qué forma afectaran a los distintos sectores poblacionales.