Me parece normal que los jugadores de futbol ganen fortunas, al fin y al cabo son los que producen el espectáculo, son los héroes y por lo tanto, lo más importante. Pero el dinero no es un incentivo que te ayude a jugar mejor, cita el filósofo Jorge Valdano en su libro Sueños de Futbol.
Y sí, el futbol como un medio de expresión popular, nos da la posibilidad de opinar a todos los sectores de la sociedad, y es así como hoy platicaremos un poco del mentado mercado de piernas del futbol azteca, un formato de transferencias único en el mundo.
El Draft nacional reúne en algún lugar paradisiaco o playa de nuestro país a la gente de pantalón largo de la Liga MX, en comitivas grandes se desplazan desde sus lugares de origen con la fiel consigna de reforzar a sus equipos de la mejor manera para encarar la siguiente temporada.
El gran meollo del asunto es que es una burla, un pretexto para reunirse, pocas son las operaciones que se realizan en el régimen de transferencias; los cracks de la liga, las bombas, las grandes noticias, vienen arregladas con anterioridad. Los directivos, los representantes y las televisoras, se encargan de negociar a estos jugadores, que obtienen salarios millonarios, sus arribos a nuevos planteles generan gran expectativa y grandes noticias para la prensa, todo es felicidad.
Mientras los grandes ya están arreglados, y ni siquiera se paran en el hotel sede para ver sus contratos y saber los pormenores de su futuro, existe una mayoría de jugadores que arriban al lugar con la esperanza de obtener trabajo, veteranos, jugadores promedio de mediano rendimiento, jóvenes que todavía no destacan en la primera fuerza nacional; casi todos mexicanos. Se reúnen en el lobby del hotel esperando ser tomados en cuenta por algún entrenador, directivo o representante, apelan a todos sus contactos, sus armas son sus celulares que no dejan de ser usados con mensajes y llamadas, las horas pasan y saben que al acabar el día ya no tendrán la posibilidad de jugar en el máximo circuito, al día siguiente su destino es la división de ascenso a la que nadie quiere llegar, una liga sin los reflectores y los lujos con los que se cuenta en la primera nacional, y mientras todo eso pasa en el lobby, los flamantes dueños del fútbol azteca generan reglas para proteger el negocio, pactos de caballeros que los que los únicos lazos de lealtad se llama dinero, saturan la liga de extranjeros de mala calidad y con reglas que hacen cada vez más difícil a nuestros jóvenes poder llegar y consolidarse en el máximo circuito, pero ellos mandan; además son los dueños del balón, tomando en cuenta que todo este monstruo gira alrededor de un gigante que genera millones de dólares en contratos publicitarios y televisión que se llama selección nacional, y que es el la gema de la corona de nuestros flamantes directivos expertos en negocios, pero nulos en actitudes en desarrollo deportivo.
Es una vergüenza que en pleno siglo XXI se tenga un mercado de piernas, sin ningún respeto hacia los futbolistas, las leyes, pero sobre todo hacia el aficionado que es la que les llena los estadios, compra las playeras, los observa por la televisión, y año con año por negocio o negligencia de los directivos ve como venden a sus ídolos. A ellos les debe respeto y gratificación, y sobre todo lo que más les gusta; Buen Futbol; amen