Los ex futbolistas tienen mucho que contar, son los que a lo largo del tiempo han hecho una realidad la pasión que prácticamente todo mexicano tiene desde que llega a sus manos un balón.
Esta sección que semana a semana estaremos presentando, busca revivir los momentos que hicieron historia. Inicialmente contaremos con ex jugadores del Morelia, no importa si fueron “ates”, “canarios” o “monarcas”; todos ellos entregaron su máximo esfuerzo por el amor a la casaca.
ALFREDO, “EL GOLAZO” PÉREZ
Rodamos el balón 36 años atrás, en 1980 llega a Morelia Alfredo Pérez, quien en ese entonces jugaba con el Salamanca, equipo de segunda división. Aún y cuando en el entonces Canarios de Morelia le ofrecieron menos salario, decidió comenzar con esa gran aventura que lo llevó a obtener varios titulares, ya como el famoso “Golazo”.
En esta ocasión, revela por primera vez el por qué de su determinación de retirarse de las canchas. El nacido en Valle de Santiago, Guanajuato, es el cuarto hijo de una familia de ocho hermanos; empezó su carrera en su tierra natal, donde permaneció por siete años.
A la edad de 25 años y aún sin el famoso mote de “Golazo”, llegó a Morelia y por azares del destino conoció al entonces entrenador del equipo local, el ‘Chino’ Ramos a quien le gustó su forma de juego, así que lo mandó con el presidente del club, de apellido Gómez Monzón, con quien empieza las negociaciones para jugar en la tierra de las canteras rosas.
Como se dijo, le ofrecieron un salario menor, dos mil pesos menos en específico, no obstante, decide firmar y convertirse en compañero, amigo y hasta hermano de muchos de sus colegas, entre ellos Horacio Rocha, Jacinto Ambriz y Félix Madrigal.
Con ellos y muchos más, relató, sigue la amistad, se reúnen, juegan ocasionalmente algunos partidos conmemorativos. Fueron muchas vivencias, triunfos y hasta fracasos los que les permitieron que ahora, a casi 40 años de conocerse se sigan considerando como una gran familia.
Sin duda, recordó Alfredo Pérez, una de las satisfacciones más entrañables en su paso por Canarios, fue aquel histórico encuentro contra el Tapatío. Con la casaca amarilla y una franja roja, (clásico y recordado uniforme), logran la victoria que llevó a Morelia a la primera división, lugar donde ha permanecido desde entonces.
Sin duda es de mencionar que el encuentro se decidió por un penal que se marcó por una falta que le cometieron al ya entonces Golazo. El encargado de cobrarlo fue Horacio Rocha, pero no una, sino dos veces, ya que el hombre de negro lo hizo repetirlo.
¿Por qué golazo? Se le cuestionó ya que muchos pensaban que se dio por alguna jugada extraordinaria que llevó el balón hasta la red contraria. En ese momento, cambió el rostro de Alfredo Pérez, pues relató que su máximo seguidor y fiel porrista, quien siempre lo acompañaba al histórico estadio Venustiano Carranza, le gritaba “Golazo”, cada vez que el balón llegaba a sus botines.
Ese gran aficionado, su padre, tenía la voz extremadamente gruesa y cada vez que gritaba “Golazo”, se escuchaba en todo el estadio, en las gradas, en la cancha. Fue así que adquirió ese mote que a la fecha conserva e incluso lo trasladó a dos negocios deportivos que actualmente él y su esposa atienden.
Su retiro, se le preguntó. Aún con coraje cuenta esa historia de 1986. El entrenador Diego Malta se va de la institución y a su puesto llega José Monsivais; “las cosas empiezan a ir mal pues ya no me tomaba en cuenta como titular, recuerdo que en un partido contra el Monterrey, después de entrenar toda la semana como titular, el día del partido ni a la banca salí”.
Al concluir el encuentro, el Golazo Pérez encaró a Monsivais, directamente le preguntó que si no le servía se lo dijera, puesto que lo llevó a un partido de visitante y ni a la banca llegó. El Golazo dio una entrevista en ese sentido y las cosas empeoraron.
En el siguiente partido ya ni siquiera apareció en la lista de quienes jugarían, así que fue con el entrenador y le dijo “no tiene madre”, escuchando mi compañero Felix Madrigal y dándome todo su apoyo.
Ese partido, ríe, lo perdieron los canarios, “lo que me dio mucho gusto y dije: que bueno para que se le quite lo ojete”. Las cosas ya nunca estuvieron bien con el entonces entrenador, para eso yo ya tenía mi negocio y opté por el retiro.
Actualmente, finalizó con una sonrisa que le ilumina la cara, es muy feliz, está dedicado a la venta de artículos deportivos al lado de su esposa, sus tres hijos y sus tres nietos. Pero eso sí, su pasión por el deporte más famoso del mundo continúa con sus partidos semanales en Pátzcuaro, donde han sido campeones por tres temporadas consecutivas.
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