Al reconocer la educación como un proceso cultural e histórico se puede entender la función esencial de la misma en la construcción social de la realidad, es decir que por medio de la educación se tiende a establecer un aparente orden social.
En esta dinámica, la educación es un proceso de formación de los seres humanos en donde se busca desarrollar en la vía de los hechos la capacidad intelectual, moral, estética, ética y afectiva de los sujetos de acuerdo a determinada cultura, que con las herramientas que brinda la educación en general, la realidad como una construcción social y cultural se puede interpretar y accionar en cuanto a la búsqueda de incidir en la transformación paulatina de la realidad.
Asumiendo las líneas anteriores podemos entender en este sentido que la educación se vuelve política en su esencia más fundamental y en este sentido la educación no solo se presenta como aquel proceso académico de adquisición de conocimientos y conceptos, sino como un proceso político-cultural vital para la vida de los sujetos y las comunidades, en donde se puede evidenciar la política como un acto de “servir a los demás” o como un acto de “servirse de los demás”.
La carga política se evidencia incluso desde el lenguaje cotidiano, desde el discurso público, mostrando las reflexiones y las acciones que se enseñan desde el hogar, desde las instituciones, desde el contexto social, formando dos tipos de sujetos.
El primero como uno que solo se ajusta a todo aquello que le dictan ayudando a mantener el status quo sin mayor complicación para él aplicando solo la obediencia y el segundo como un sujeto reflexivo en donde a partir de la deliberación puede realizar la crítica y la acción generando nuevos horizontes sociales.
Asumiendo que en el segundo sujeto planteado, la educación con su carga política forma conciencia, capacidad de reflexión y pensamiento emancipador. Brindando la posibilidad al sujeto de la capacidad de análisis que contribuye a lograr transformar la realidad en la vía de los hechos.
Sin embargo es lamentable que en nuestro país la carga educativa política se haya formado en entender la política como la adquisición del poder por el poder a costa de todo y de todos y no la esencia de servir al otro, ejemplo de ello es la frase coloquial citada por décadas de “el que no tranza no avanza”.
Dichas líneas se exponen, pues el año que inicia será evidentemente cargado de política partidista en donde se plantean dos proyectos de nación, uno que busca la obtención del poder por el poder para regresar al manejo de nuestro país, con las viejas costumbres y sus corruptelas y el otro proyecto de nación que busca dar continuidad a la esperanza iniciada en 2018 después de muchos años de lucha social.
Es pues que los sujetos moldeados desde la educación como una herramienta política para la transformación, tendrán que asumir la responsabilidad histórica de la toma de su decisión en las urnas; evidenciando en un primer momento una forma de hacer política a partir de los partidos para posteriormente entender la política como un hecho de vida más allá de solo unas elecciones.
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