José Carlos murió en su vientre, a escaso mes de cumplir el periodo gestativo. El líquido amniótico se salió sin ella sentirlo, lo que provocó que el bebé dejara de latir
Morelia, Michoacán.- Parece que a Wuendy el tiempo no le ha hecho olvidar lo desolador que es perder un hijo, sobre todo luego de tener un embarazo normal hasta los ocho meses.
José Carlos murió en su vientre, a escaso mes de cumplir el periodo gestativo. El líquido amniótico se salió sin ella sentirlo, lo que provocó que el bebé dejara de latir, así lo describió la propia Wuendy con una voz suave que poco a poco se fue rompiendo.
Tan solo en 2022, un total de 711 bebés murieron en Michoacán antes de nacer, con madres en edades desde los 15 hasta los 49 años. Donde el promedio más alto lo tienen mujeres de ente los 25 y 29 años de edad con 177 casos, seguidas de las mujeres de entre 20 a 24 años con 168 sucesos, mientras que en tercer lugar está las mujeres de entre 30 y 34 años con 138 episodios.
La semana con mayor índice de pérdida es la 22, prácticamente a la mitad de la gestación del feto, con al menos 47 casos.
Casada a los 19 años, Wuendy se aventuró a procrear a su segundo hijo a los 24 años de edad. “Era mi segundo parto, desafortunadamente tuve preclamsia, el médico no se dio cuenta y el líquido se salió sin yo sentirlo, eso provocó que el bebé naciera muerto”.
“Llegué a los ocho meses de embarazo, empecé con contracciones, pero desafortunadamente el bebé ya había fallecido. Me di cuenta que estaba muerto dos días antes de comenzar esas contracciones. En sí, ya no lo sentí, no se movía”, describe mientras frota sus manos sobre las piernas, mientras sentada en la sala de su casa, desvía de momentos la mirada.
Su relato es frío hasta que recuerda el dolor que le causó la muerte de José Carlos, tan precisa es su memoria que rememora el domingo en que dejó de sentir al bebé y cómo el siguiente martes lo expulsó ya sin latido.
“El bebé traía el cordón enredado en el cuello”, dice al asumir que ciertamente estaba preparada por el presentimiento que tenía ante un experiencia “muy dolorosa”.
La ilusión de tener un varón completaría su familia, pues Wuendy ya tenía una hija de cuatro años de edad, sin embargo eso no sucedió.
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Pese al miedo y el dolor, se aventuró nuevamente a embarazarse, Alberto nació sano casi dos años después de aquel suceso que a Wuendy le hace detestar el tema del aborto, sobre todo porque a 26 años de distancia el dolor persiste como un recuerdo que quisiera no haber vivido.