POR: ENRIQUE RIVERA HERNÁNDEZ.
Sumado al proceso de crisis económica experimentada desde el ex presidente López Portillo, su continuidad en el periodo de Miguel de la Madrid Hurtado; al fraude electoral del año de 1988 cuando se “cayo el sistema” y lograron imponer a Carlos Salinas de Gortari como presidente de México, hiriendo profundamente la democracia, la ilusión y la esperanza de mucha población.
Sumado al desmantelamiento de las empresas del Estado articuladas con la privatización, el empobrecimiento del pueblo y el enriquecimiento de 24 familias únicamente; así como el asesinato del candidato presidencial aceptado por la mayoría de la población el día 23 de mayo de 1994, la imposición de Ernesto Zedillo Ponce de León, a ello se suma lo que se llamó el “efecto tequila” o “el error de diciembre”.
Ernesto Zedillo Ponce de León, tomo posesión como presidente de los Estado Unidos Mexicanos el día 1 de Diciembre de 1994, y con ello se comenzó a desestructurar y a evidenciar la crisis generada en el sexenio anterior y todos los previos; la declaración de Guerra del EZLN el 1 de Enero de 1994, así como el incremento del gasto fiscal que se elevó a niveles históricos y la sobrevaluación del peso mexicano, fueron catalizadores de la crisis aquí mencionada.
Ante la crisis, algunos inversionistas pequeños que tenían su capital y créditos en dólares americanos sufrieron un duro golpe económico, provocando con esta situación una gran cantidad de despidos masivos de trabajadores, estimulando deudas insostenibles en las familias mexicanas y con ello un alza en los índices de suicidio y crisis emocionales como consecuencia de una muy grave situación social, impactando en la desesperanza, en la desilusión, en la depresión y en crisis de ansiedad en gran parte de los mexicanos.
Sin embargo, paradójicamente mientras los pequeños y medianos empresarios, junto con sus trabajadores sufrían las crisis económica y social, los grandes inversionistas fueron avisados por la oficina de la presidencia acerca de lo que estaba por venir, obteniendo tiempo suficiente para comprar dólares, vender sus empresas y renegociar sus créditos bancarios de dólares a pesos.
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Apartir de la crisis económica del “efecto tequila” o el “error de Diciembre” la deuda del País se vuelve a incrementar, el gobierno Mexicano recibe de Estados Unidos de Norte América $20 mil millones de dólares, $17 mil millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, del Banco de Pagos Internacionales $7,800 millones de dólares, $3000 millones de dólares del Banco Mundial y con ello encadenando una vez más al País a asumir las recomendaciones internaciones acerca de su manejo de políticas; restando soberanía de manera pragmática.
Desarticulando todo esfuerzo popular de resistencia, de organización e incluso de cooperativismo para poder salir delante de esta grave crisis en el País, disminuyendo la fuerza de la esperanza y de la ilusión política que se había creado justo antes de las elecciones de 1988, dando un golpe más sumado a los anteriores, y fortaleciendo la desilusión y desanimo como estrategia política de todos aquellos conservadores que esperan que el pueblo nunca o casi nunca se articule con un fin común, tomando la política en su esencia misma.