Por un momento pensé que la ira manifestada por Martí Batres, después de fracasar en su intento por reelegirse en la Presidencia de la Mesa Directiva del Senado, tenía fundamento.
Revisé la convocatoria y, efectivamente, no estaba contemplado que votaran las cinco senadoras del Partido Encuentro Social. Me parecía, igualmente, que, si de última hora le habían dado al PES ese derecho, el PT también debió haber participado. Ambos grupos parlamentarios pertenecen a la coalición Juntos Haremos Historia.
No conocía la parte oculta de la historia. Ésa que se obtiene cuando hablas fuera de grabadora con testigos o protagonistas. El tema empezó a descomponerse cuando Antonia Cárdenas, senadora del PES, manifestó por escrito que renunciaba a ese grupo para reintegrarse a Morena y poder votar por Martí.
Eso no lo podía hacer por voluntad propia, pero para Batres era un voto más y el presidente saliente de la Mesa ni chistó. “Yo sí voté por Martí. Quería que la Mesa siguiera igual”, declaró Antonia, no sin cierta ingenuidad. Las otras cuatro senadoras del PES, morenas de origen, resolvieron solicitar que también las dejaran votar. Las incorporaron al padrón y lo hicieron. ¿Fueron las que inclinaron la balanza a favor de Mónica Fernández? No sabemos. El voto fue secreto.
Quedaba la duda del PT. Se aclaró en un comunicado que firmó Geovanna Bañuelos, coordinadora de esa bancada, que se resume de la siguiente manera: es un asunto interno que compete exclusivamente a Morena.
- Al enterarse de su derrota, Martí hizo un berrinche de época. Lastimó a Morena, ofendió a Monreal, desestimó a los senadores que optaron por la opción mujer. Es un hombre que se deja gobernar por sus emociones. No merecía la reelección. Abrió hostilidades en Twitter apenas supo de su derrota. Siguió con una rueda de prensa en la que pidió la renuncia de Monreal y que lo supliera una mujer.
Fue una batería de tuits y declaraciones:
* “El senador @RicardoMonrealA ensució el proceso interno de Morena con una maniobra de último minuto al dejar votar a legisladores que no eran de Morena”.
*Se corroboró hoy. @RicardoMonrealA es un factor de división en Morena. Le hace mucho daño a nuestro movimiento”.
* Apenas me daba la vuelta y me clavaba un puñal en la espalda hablando a cada uno para decirles que no me apoyaran…”.
- El zacatecano optó por la prudencia. No le respondió. Puso su cargo sobre la mesa en la reunión de grupo. Les dijo a los senadores de Morena —lo confirmamos con tres fuentes distintas— que si era factor de división, dejaba la coordinación.
“Insistió en que si queríamos votar por otro coordinador, que adelante. Todos dijeron que no. El apoyo fue total a Ricardo”, nos dijo una de las integrantes de la bancada de Morena. Ese respaldo quedó refrendado en la fotografía de casi toda la bancada (53 de 59) que cerró la catarsis. Faltaba Batres, pero allí estaban Ifigenia, Gómez Urrutia, Malú Mícher y otros que votaron por él.
El grupo se encerró a puerta cerrada en un salón de juntas ubicado en la plana baja. Tres horas de catarsis.
Testimonios directos reflejaban molestia por los comentarios de Martí y Yeidckol en Twitter.
Al final, se impuso la autonomía del grupo parlamentario sobre las maniobras del aparato de gobierno para imponer la reelección. “Es la primera vez que no decide el Presidente”, nos dijo un senador moreno.
- En el escándalo de la llamada Estafa Maestra fue clave la información procesada por el INAI —organismo autónomo que López Obrador considera “inútil” y caro— a través de su Plataforma Nacional de Transparencia.
Allí fueron procesadas más de 500 solicitudes que sirvieron al trabajo periodístico de Animal Político y Mexicanos Contra la Corrupción. De acuerdo al portal del INAI, la información procesada abarca ocho universidades; 11 dependencias gubernamentales y 15 “empresas fantasma” que están relacionadas con la Estafa.