Las lenguas mexicanas mejor estudiadas desde lo histórico son el náhuatl y el maya, gracias a los códices que se pudieron conservar y a la obra de misioneros como Bernardino de Sahagún y Toribio de Benavente, explicó la víspera Luis Fernando Lara, miembro de El Colegio Nacional.
Sin embargo, aseguró el especialista, la procedencia de las lenguas amerindias en México no ha sido estudiada lo suficiente. “La información léxica que se tiene es algo escasa y de poca calidad, faltan cientos de estudios léxicos de todas las regiones de México que permitan aquilatar esta procedencia”, subrayó enseguida.
Además de las palabras árabes, latinas, visigóticas y griegas traídas a América a partir de la Conquista y la colonización, el español que se usa en México también heredó vocablos de lenguas amerindias como el maya, el náhuatl y el taíno, lenguas originarias que se fueron mezclando con el español y otras europeas a través del uso y del tiempo.
Lara refirió que palabras como canoa, barbacoa, chicle, papalote y escuincle provienen de estas lenguas amerindias, y compartió vocablos amerindios desplazados por españoles y viceversa, Cacique sustituyó a tlatoani, chile remplazó a ají, tabaco a piciyetl y maní cayó en desuso por cacahuate.
Durante la quinta sesión del ciclo “La herencia léxica del español mexicano”, que se realiza en El Colegio Nacional, y sobre estas lenguas originarias, apuntó que, en un plazo de 40 mil a 20 mil años, se gestaron alrededor de 42 familias lingüísticas diferentes, de las cuales, 11 dieron origen a más de 100 lenguas distintas en México.
Nadie tiene cifras exactas acerca de estas lenguas amerindias en el país. La evaluación más reducida da 67 lenguas y la más amplia, la del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali), es de 364, abonó el lingüista a los datos aportados durante la sesión gratuita celebrada en la sede de El Colegio Nacional.
Para Luis Fernando Lara, saber con exactitud cuántas lenguas indígenas hay en México resulta complicado por un problema de entendimiento. “Es trabajo de los lingüistas saber cuándo la gente tiene o no la voluntad de entenderse. Además, por mucho tiempo, el uso de vocablos indígenas fue censurado por la errónea corrección del español”, dijo.
Asimismo, añadió, por el desprecio de la sociedad burguesa mexicana hacia lo indio y por la pérdida de voces indígenas debido al proceso de internacionalización desatado a mediados del siglo XX.
“Hay a quien le encanta decir que el español de los mexicanos es paupérrimo pero no, al día manejamos de dos mil a dos mil 500 palabras, no nos hace falta más”.
Debemos combatir esta idea de pobreza de la lengua: hay personas que tienen un léxico pobre por falta de educación pero una lengua no tiene léxico pobre, todas las lenguas son suficientemente ricas para sus hablantes, acotó, y reiteró la importancia de documentar y estudiar la riqueza léxica que las lenguas amerindias al aportado al español de México y a otras regiones del mundo.
Concluyó su ponencia al poner en relieve que los estudiantes que hacen tesis de licenciatura en letras o lingüística podrían muy bien ponerse a recoger este vocabulario y hacer contribuciones valiosas para todos, aunque sean pequeñas; “ojalá y me hagan caso”, finiquitó.
La última sesión del ciclo “La herencia léxica del español mexicano” se llevará a cabo el próximo martes 14 de junio. En ella, Luis Fernando Lara explicará y compartirá con el público interesado cómo el español en México ha recibido léxico del italiano, el inglés y el francés.
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