Por: Marx Aguirre Ochoa
Cada 10 de mayo, establecido como el “Día de la Madres”, conviene recapitular en la realidad perceptible de la mujer en su condición de “mamá”. En principio, la mujer es la reproductora de nuestra especie, en tanto que sin “ellas” deja de existir la continuidad del ser humano, a menos que se encuentre alguna forma reproductora del ser humano sin la necesidad de un “vientre femenino”. Sin embargo, la reproducción de la especie se produce en condiciones y contextos que permiten el establecimiento de tipologías de “madres”, con características y problemáticas diferentes, que distinguen unas de otras.
Si bien la familia constituye un componente básico de la estructura social, su formación y características han estado sujetas a las condiciones y a los grandes
cambios históricos. Los cambios en el papel de la mujer, derivados de la igualdad de género y la apertura de oportunidades para su desarrollo, su incorporación laboral y su participación en el gasto familiar, influyen de manera significativa en el desempeño de su rol de “mamá” y ciudadana.
Es el caso, por ejemplo, de los conceptos de familia y madre. Hoy en dia, hablar de familia o madre exige inmediatamente señalar a qué tipo de familia se hace referencia o bien a qué tipo de madre. Hay todavía familias distintas a la monogámica y la monogámica misma, adquiere diversas modalidades. Inclusive es inevitable pensar hoy en día en los matrimonios homosexuales y las familias establecidas por ellas, donde el papel de la madre deja de corresponder a la condición biológica de mujer. Es claro, en consecuencia, que la realidad cambia, como deben cambiar los conceptos utilizados para designarla.
En su papel de “madre”, los cambios han sido notables a partir de que las condiciones del desarrollo y la lucha misma de las mujeres, han hecho posible la ampliación constante de su participación en el conjunto de las actividades de la sociedad, incluyendo las estructuras de la producción, el conocimiento, el arte, la cultura y la política. Con todo esto, las funciones de las mujeres en su condición de esposa y/o madre, también han cambiado.
Podría señalarse a algunos tipos, como la indígena o campesina, con función sobresaliente de la reproducción. La madre “tradicional” dedicada por entero a las labores del hogar y al cuidado de los hijos, la madre que trabaja y que comparte responsabilidades con su pareja, la madre soltera por abandono o decisión propia,la madre que es proveedora en todos los aspectos, la madre que vive con los abuelos, con los tios, con algún familiar y es jefa de familia. Según datos del INEGI, en México más del 35 por ciento de los hogares son encabezados por una mujer.
En Michoacán, seguna Seimujer, 258 mil jefas de familia, de las cuales 86 mil, carecen de las condiciones mínimas para cumplir con sus funciones familiares, particularmente para proveer lo necesario para la subsistencia y la educación de los hijos. En cambio, los que puedan hacerlo, realizan trabajos domésticos, prestan servicios de lavanderas, trabajan como obreras o cuidan las parcelas de los maridos migrantes y también, se ocupan de ejercicios profesionales en el mejor de los casos.
En una perspectiva como ésta, sería interesante que el 10 de mayo, en lugar de conmemorar el Día de la Madres en general, por lo menos en el de Michoacán, se festejera el “Día de la Madre Jefa de Familia”, en tanto constituyen un sector numerosa de la población, que requiere de atención inmediata, apoyos para sobrevivir en una proporción diferente, politicas públicas acorde a las jornadas laborales y familiares, que garanticen que la madre trabajadora tenga espacios adecuados de guarderías, asistencia social y salud.
En Michoacán, hace falta conocer con objetividad la situación de las mujeres “mamás”, para comprender adecuadamente las circunstancias e identificar sus necesidades de apoyo, trabajo, esfuerzo, familia, solidaridad.