En este momento, cada segundo que pasa, la actividad humana está alterando gradualmente el clima de nuestro planeta. Estamos experimentando veranos más cálidos y tormentas más intensas. Los niveles del mar están subiendo y los incendios forestales se vuelven más feroces, multiplicando las amenazas a nuestras viviendas, nuestra sociedad y el entorno natural que nos rodea.
Adicionalmente, podríamos estar induciendo cambios aún más drásticos en el clima. Durante las últimas dos décadas, los investigadores han advertido que el calentamiento causado por las emisiones de carbono podría llevar a colapsar grandes sistemas del mundo natural. Estos sistemas son tan extensos que han mantenido un equilibrio a pesar del incremento de las temperaturas, pero solo hasta un límite.
Los expertos sostienen que si calentamos el planeta más allá de ciertos umbrales, podríamos perder este equilibrio. Las consecuencias serían vastas y difíciles de revertir. No se trataría de un ajuste menor, sino de apagar un interruptor, y no sería sencillo volver a activarlo.
Entre las principales consecuencias del cambio climático están:
- Muerte de arrecifes
- Descongelamiento abrupto del permafrost
- Desaparición del hielo de Groenlandia
- Ruptura del hielo de la región Antártica Occidental
- Cambio repentino en el monzón de África Occidental
- Pérdida de la selva tropical del Amazonas
- Eliminación de las corrientes del Atlántico
Muerte masiva de arrecifes
Los corales, al volverse blancos como fantasmas, no necesariamente indican que estén muertos; aún podrían salvarse. Cuando el agua se calienta demasiado, los corales expulsan las algas simbióticas de sus tejidos. Si las condiciones mejoran, pueden recuperarse del blanqueamiento. Sin embargo, a medida que aumenta la temperatura, el blanqueamiento ocasional se está volviendo habitual, y el blanqueamiento moderado se está convirtiendo en extremo.
Las últimas predicciones son sombrías. Aunque la humanidad actúe rápidamente para limitar el calentamiento global, entre el 70 y el 90 por ciento de los corales actuales podrían desaparecer en las próximas décadas. Si no controlamos el calentamiento, la cifra podría superar el 99 por ciento. Un arrecife puede parecer saludable hasta que sus corales comienzan a blanquearse y morir, convirtiéndose finalmente en un cementerio.
Esto no significa que la extinción de los corales sea inevitable. Es posible que los más resilientes sobrevivan en grupos, pero los ecosistemas vibrantes que sustentan serán irreconocibles. No se anticipa una recuperación rápida, al menos no en las zonas actuales de los corales, a ninguna escala.
Descongelamiento abrupto del permafrost
En las regiones más frías del planeta, el suelo congelado contiene grandes cantidades de carbono, aproximadamente el doble de lo que hay actualmente en la atmósfera. El calor, los incendios y las lluvias descongelan y desestabilizan este suelo, liberando carbono en forma de dióxido de carbono y metano, lo que a su vez intensifica el calentamiento global.
Es complicado predecir cuándo y cómo se descongelará el permafrost en su totalidad. Áreas extensas ya se han descongelado en Canadá, Alaska y Siberia. Es difícil estimar la rapidez del proceso, cuánto empeorará el calentamiento global y cuánto carbono podrá ser secuestrado por la nueva vegetación que crezca sobre el suelo descongelado.
Desaparición del hielo de Groenlandia
Las enormes capas de hielo que cubren los polos no se derriten de manera uniforme. Debido a su gran tamaño y complejidad geométrica, múltiples factores determinan la velocidad de fusión del hielo y su contribución a la elevación de los niveles oceánicos. En Groenlandia, el problema es la altitud. A medida que la superficie del hielo pierde altura, más hielo queda expuesto a temperaturas más cálidas, acelerando su fusión.
Los científicos, basándose en evidencia geológica, saben que grandes extensiones de Groenlandia estuvieron libres de hielo en el pasado. Las consecuencias de otra gran fusión se sentirían en todo el mundo, afectando corrientes oceánicas y patrones de lluvia incluso en los trópicos y más allá.
Ruptura del hielo de la región Antártica Occidental
Muchos glaciares en la Antártica Occidental se deslizan hacia el mar, dejando su base expuesta a las corrientes oceánicas. Conforme el agua se calienta, estos casquetes de hielo flotantes se derriten y debilitan desde abajo. A medida que hay menos hielo flotando a su alrededor para sostenerlo, más hielo del interior del continente terminará en el océano. Eventualmente, el hielo restante en la orilla podría colapsar.
Es probable que esta capa de hielo ya se haya fragmentado en el pasado lejano de la Tierra. Los investigadores aún intentan determinar cuán cerca está el hielo actual de enfrentar la misma suerte.
Cambio repentino en el monzón de África Occidental
El Sahara ha experimentado cambios climáticos de árido a húmedo en varias ocasiones. Sin embargo, hay incertidumbre sobre cómo el calentamiento actual podría alterar o intensificar el monzón de África Occidental, y si realmente ocurrirá. Este cambio sería crucial para una región donde la nutrición y los medios de subsistencia de muchas personas dependen de las lluvias.
Pérdida de la selva tropical del Amazonas
Además de ser hogar para cientos de grupos indígenas, decenas de miles de especies de plantas y animales, y 400 mil millones de árboles; además de contener un número incalculable de otros seres vivos aún por descubrir, y de almacenar grandes cantidades de carbono, la selva del Amazonas juega un papel crucial como motor climático. La transpiración de todos esos árboles genera nubes que, al precipitarse, mantienen la región frondosa y densa.
Desafortunadamente, la deforestación y el calentamiento global están exacerbando los incendios y las sequías. Los científicos temen que una pérdida significativa de la superficie forestal pueda descomponer esta máquina de lluvia, llevando al resto de la selva tropical a degradarse hasta convertirse en una sabana.
Recientes estudios estiman que para 2050, hasta la mitad de la selva actual podría estar en riesgo de sufrir este tipo de degradación.
Eliminación de las corrientes del Atlántico
Un enorme flujo de agua marina recorre el Atlántico, desde la costa occidental de África hasta Europa y de regreso. Este flujo determina la temperatura y la precipitación en una vasta área del planeta. Sin embargo, el hielo derretido de Groenlandia está vertiendo grandes cantidades de agua dulce en el Atlántico Norte, alterando este equilibrio. Los investigadores temen que esta dinámica pierda fuerza y eventualmente se detenga, alterando drásticamente los patrones climáticos para miles de millones de personas en Europa y los trópicos.
La comunidad científica ya ha observado signos de desaceleración en estas corrientes, conocidas como la circulación meridional de retorno del Atlántico, o AMOC por sus siglas en inglés.