Soluciones, es algo que nos gusta pensar que siempre existen. Pero, aunque la palabra solución lleve en sí una gran carga positiva, el camino que hay que seguir para llegar a ella puede no ser tan agradable y mucho menos ser sencilla. Hoy que el agua es un tema que nos exige soluciones, los métodos para llegar a ellas nos quedan muy poco claros.
La crisis del agua ya es una realidad en muchos hogares, dicha crisis en algunos casos se manifiesta como falta de acceso al recurso, ya sea porque no hay o porque la que está disponible está contaminada. En México más del 60 por ciento del agua superficial está contaminada.
Para corregir los problemas que enfrenta el agua en México lo primero que hay que reconocer son las relaciones de poder que hay en torno a su manejo, y conforme su acceso se vuelve más conflictivo estas relaciones de poder pesan más.
Unas regiones tienen más peso en la distribución del agua, y dentro de esas regiones algunos usuarios son priorizados sobre otros, y por más que se pretenda que el uso público del agua es prioridad, la realidad es que hay grupos que tienen suficiente poder para presionar a cualquier autoridad y asegurarse que el recurso nunca deje de fluir para ellos.
En Michoacán huelga señalar a un grupo importante de usuarios del recurso y cuyo poder económico es tan grande que ningún político se atrevería a cuestionar su uso del agua, como no se ha cuestionado el hecho de que la vasta mayoría de las huertas de aguacate se encuentran en terrenos en los que se realizó un cambio de uso de suelo ilegal.
De igual modo los grandes desarrolladores de casas habitación pueden utilizar cualquier zona para seguir alimentando su ambición, más no necesariamente las necesidades de vivienda, como cualquier persona menor de 40 años puede atestiguar como resultado de su imposibilidad para adquirir un patrimonio.
Mientras que la zona poniente de Morelia se va secando poco a poco, esto no ha sido un impedimento para que el desarrollo de fraccionamientos siga creciendo, a riesgo de que en poco tiempo esas casas estén abandonadas, es casi seguro que las mismas desarrolladoras abandonarán proyectos que ya tengan avanzados, como ya ha pasado en otras partes.
Es difícil, sino es que imposible dar recetas para resolver estos problemas, pero una buena forma de empezar es limitando el poder de estos actores que están actuando en contra del bien común. Pero para ello es importante tener información y poder organizarse para actuar de manera conjunta y tener un verdadero impacto.
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Sin embargo, las condiciones reales de nuestra sociedad vuelven cada vez más difícil, por una parte, acceder a información efectiva, pues somos bombardeados con información basura. Por otra parte, la sociedad cada vez está más dividida y prácticamente todas las formas organizativas están desacreditadas, prácticamente puestas bajo sospecha de forma automática.
Quienes se dedican a la política electoral se llenarán la boca del tema en los próximos meses, pero cuando no sean promesas huecas, serán acusaciones lanzadas a una u otra administración, pero las verdaderas opciones para solucionar el creciente conflicto del agua seguirán estando ausentes del debate, así como los privilegios de los poderosos.
Sin una fuerte organización popular será muy difícil que se den pasos sólidos hacia la solución de la compleja serie de problemas que cubren el manejo del agua, pero quienes manejan al país es lo que menos desean.
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