Poro: Marx Aguirre Ochoa
Según la Organización de las Naciones Unidas, se ha reconocido la importancia de las cooperativas como asociaciones y empresas por medio de las cuales los ciudadanos pueden mejorar eficazmente su vida y al mismo tiempo contribuir al progreso económico, social, cultural y político de la comunidad y la nación.
En este contexto, es imprescindible poner de manifiesto la importancia de las sociedades cooperativas como medio para contribuir al desarrollo sostenible, en la medida que su actividad se fundamenta en la utilización de recursos propios de cada región y por su naturaleza económico-social para la creación de nuevos empleos, de ahí la trascendencia de que cada 6 de julio se conmemore el día Internacional de las Cooperativas.
El elemento común y esencial de las cooperativas, consiste en la asociación de personas y no de capitales, que es por su parte, el elemento distintivo de las sociedades anónimas. En la cooperativa importa el trabajo aportado, su lugar del dinero, representado por las acciones. Consecuentemente, en una cooperativa, el valor fundamental está identificado con el propio cooperativista, en contraposición a la absolutización de las utilidades.
La filosofía de las cooperativas, es que no son un medio para que el trabajador “se explote a sí mismo”, la explotación se produce cuando la riqueza generada por el trabajo deja de pertenecerle al trabajador, pero cuando esa riqueza obtenida es distribuida proporcionalmente a los esfuerzos aportados por el mismo trabajador, entonces el concepto de explotación pierde su significado, en tanto que lo puesto en práctica es un principio de equidad, completamente ajeno al trabajo no retribuido.
Por otra parte, la cooperativa es una unidad integral que utiliza la democracia en la adopción de decisiones respecto a lo que debe hacerse, cómo debe hacerse, cómo debe distribuirse y cómo creer. Hay, por supuesto, problemas de número en la realización de asambleas y adopción de acuerdos. Sin embargo, son dificultades de método que en nada afectan el hecho de que la cooperativa es una expresión concreta de democracia económica y social. En la cooperativa lo que no es permisible es no participar. La exclusión es totalmente opuesta a su naturaleza misma.
Julio Boltvinik, citando a David Schweickart escribe que la democracia económica, tiene como uno de sus componentes, “la democracia en el lugar de trabajo, que reemplaza la institución del trabajo asalariado (y donde) las empresas se conciben como comunidades, no como mercancías. El consejo de los trabajadores, órgano electo por los trabajadores (cada persona un voto), nombra a la gerencia a la que se otorga un importante grado de autonomía, con la obligación de rendir cuentas, los trabajadores no reciben un salario sino participan en las ganancias de la empresa”.
Pareciera que el modelo de democracia económica propuesto por el profesor Schweickart, está inspirado en los principios básicos del cooperativismo, agregando, de acuerdo a lo escrito por Boltvinik, que “esta es una lección positiva de muchos experimentos recientes en formas alternativas de organización del lugar de trabajo. Hay miles de empresas exitosas administradas por trabajadores en todo el mundo que han sido estudiadas y, no existe ningún estudio que muestre que el modelo autoritario es superar al democrático”.
De todo ello pueden desprenderse dos grandes conclusiones: En primer lugar, las cooperativas como forma de empresa social, constituye una alternativa de organización para el trabajo y la distribución equitativa de los bienes y servicios producidos, sin cancelar el crecimiento constante de la productividad y el empleo. Garantizan el mercado interno, evitando las crisis por sobre-endeudamiento de la población trabajadora, que al disminuir su poder de compra, acuden al crédito que termina por volverlos insolventes.
En segundo lugar, es necesario destacar que en una sociedad democrática, sus prácticas tendrían que cubrir el conjunto de las actividades tanto económicas y sociales, como políticas y culturales.
Sin embargo, son compresibles los grandes retos que enfrentan organizaciones de este tipo, en una sociedad que culturalmente impera, la falta de esfuerzo, la solidaridad y el apoyo laboral, la transparencia y la honestidad, para hacer de la competencia, el lucro individual y la ganancia a costa de todo. Será importante replantear nuevos paradigmas empresariales donde la visión de la Cooperativa resurga como una forma de hacer que todos ganen, que todos compartan en riesgo y ganancias, sin envidias, sin rencores.
Por eso es importante que en Michoacán se tenga visión e imaginación, estamos a tiempo para impulsar las alternativas al desarrollo del estado con opciones diferentes demostrando la posibilidad real para trabajar y existir.