La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ha reanudado labores en todos los planteles educativos. Fue una suspensión de clases en la que jamás estuve de acuerdo; sí me solidaricé, porque no hay cosa mas injusta que no les paguen a los trabajadores su salario. La forma de protesta nunca fue de mi agrado, no estaré de acuerdo con la afectación a los estudiantes, porque el daño en mi concepto es irreparable.
“No fue un paro simple, les robaron vida a los jóvenes universitarios” sentenció un político michoacano. Cierto, es un lapso de vida desperdiciado, es un tiempo que sencillamente no podrá recuperarse. Tampoco parece haber interés de la autoridad universitaria para que el daño no sea más grave. Ampliaron el semestre, cierto, pero no hay medidas específicas por escuela o facultad para que, efectivamente, se concluyan los programas de cada carrera.
Las autoridades universitarias han dado clara muestra de su ineficiencia, y parece que le apuestan al olvido, la desmemoria para que pronto el tema forme parte de la historia y hacer de cuenta que nada ha sucedido.
Nada se propone para reparar el daño, no hay acciones de los directores de las escuelas y facultades. Los estudiantes universitarios tampoco proponen un plan de acción que permita dignificar a la Universidad. Las corrientes estudiantiles, los consejos, consejeros, ni las casas del estudiante esbozan una propuesta para que se cumpla con los objetivos del ciclo escolar. Hay un silencio sospechoso que lastima la dignidad de los propios michoacanos.
Creo que las cosas no deben quedar así. Los problemas que han originado la crisis pasada deben abordarse de forma inmediata y proponer los mecanismos de solución. No nos podemos exponer para que algo tan grave vuelva a ocurrir.
Es hora de que las autoridades universitarias muestren algo de compromiso, o que renuncien. No hay cabida para la mediocridad ni para el olvido.
La universidad debe revisarse en su conjunto, son los mismos universitarios quienes deben reformarla y transformarla en una institución educativa de vanguardia.
El análisis de la problemática es impostergable y toda la comunidad universitaria debe estar participando. Ya sabemos que grupos de poder al interior apuestan a que se mantengan las cosas como hasta ahora, para seguir gozando de altos salarios por sus plazas docentes, para agenciarse viajes e intercambios internacionales, viajando a costa de la institución sin que poco o nada se tenga de ganancia en el ámbito de la academia y la investigación científica.
La Universidad debe dejar de ser un feudo que beneficia a unos pocos, para encaminarse a cumplir sus nobles objetivos para los que fue creada. Tengo claro que la actual Rectoría y su titular no tienen voluntad; para ello el Consejo Universitario debe entrar en acción, aunque observando el poco compromiso que demuestran sus miembros, poca esperanza debemos albergar los michoacanos.
La máxima casa de estudios de Michoacán ya no aguanta más problemas, esta urgida de soluciones. No queremos hipocresías como el calificativo de benemérita y centenaria, queremos para nuestra Universidad un verdadero puntal de apoyo que la trasforme y la convierta en lo que ha sido durante muchos lustros.
Abordar con seriedad la problemática es impostergable. Quizás el primer paso sea tener nuevas autoridades universitarias, y si es necesario, que se vayan y vengan otros con altura de miras.
Los saldos del problema son evidentes; una clara muestra son las bajas de alumnos en el periodo de la interrupción de labores, lo que indica la falta de confianza de los padres de familia y de los propios estudiantes. Fueron en busca de mejores opciones educativas que la Universidad no pudo ofrecerles.
Los nicolaítas fuimos incapaces de articular acciones legales en defensa de la educación pública, candiles de la calle y oscuridad de la casa, dice el refrán; por un lado, profesionistas presumen muchos estudios y logros pírricos en el litigio, y no alzaron la voz y empuñaron la pluma para acudir a los tribunales para resolver el problema.
Muchas cosas sucedieron y muchas más se dirán, lo cierto es que hay que dar paso a las acciones, no podemos permanecer en el silencio ominoso. Acción, tareas específicas de todos nos reclama la Universidad.
Por supuesto que me duele, como a muchos miles de mexicanos que hemos pasados por sus aulas y que tuvimos la fortuna de la educación superior; por lo mismo es imposible mantenernos ajenos.
Se ha dicho que la Universidad ha tenido reducciones importantes a sus ingresos, debido a recortes presupuestarios decretados desde el Congreso del Estado; a lo anterior debemos sumar la gratuidad de la educación mandatada por ley, además del tema de las jubilaciones y pensiones.
En efecto, no hay dinero, por el problema que sea, donde se origine y de quien haya sido o sea la responsabilidad; el conflicto ya está y debe solucionarse, antes de que haga nueva crisis.
EL tema no es difícil, ¿acaso no salvaron a los bancos y propusieron el rescate carretero?, el asunto es que ningún diputado federal se atreve a presentar una iniciativa que apoye y rescate las universidades públicas que atraviesan por situaciones similares.
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