Frente a la hegemonía del neoliberalismo que orienta a la sociedad hacia la rentabilidad, ganancia y consumismo, y en un México con una creciente dificultad de gobernabilidad y debilitamiento del Estado de derecho, es importante retomar el papel del ciudadano y el compromiso que se debe tener ante una sociedad desequilibrada. En el ciudadano y en la sociedad esta la razón de hacer valer los compromisos.
Cada nación dicta sus propias leyes en las que integra capítulos referentes a la nacionalidad, derechos y obligaciones de sus ciudadanos, en México estas leyes están integradas en la “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos” en el Titulo Primero, Capitulo II de los Mexicanos, Artículo 30, Artículo 31 y Artículo 32, Capítulo III de los Extranjeros, Artículo 33 y Capitulo IV de los Ciudadanos Mexicanos, Artículo 34, Artículo 35, Artículo 36, Artículo 37 y Artículo 38.
La ciudadanía es poder, entendido como la facultad de realizar actividades con plena autonomía, tomando decisiones responsables en el contexto social actual. Es la capacidad de las personas para asumir compromisos en un ambiente social y político con el que se identifica al sentirse parte de él, logrando convivir en un mismo entorno. Todos somos titulares de poder por lo tanto se puede intervenir en la toma de decisiones que influyen e impactan en la vida cotidiana en una sociedad establecida. Es sentirse parte de una estructura social y política, y sobre todo, asumir responsabilidades y obligaciones en la construcción de una mejor sociedad.
La ciudadanía se refiere a las “prácticas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia”. Y lo que da sentido de pertenencia es la posibilidad de tener acceso a lo mismo que el grupo de referencia, tanto en materia de bienes como de servicios. La condición de ciudadano se fortalece con la educación y es una responsabilidad central del Estado y de la sociedad.
En el proceso de formación y de desarrollo del ciudadano como protagonista de las sociedades democráticas hubo plurales influencias: liberales, democráticas, socialistas y republicanas. Conceptos como el individualismo, la libertad y la igualdad, la idea de contrato social o el sufragio universal, influían y motivaban la ciudadanía.
Sin embargo, ante estas definiciones, es importante retomar y recalcar que es obligación también del ciudadano estar informado de cuanto acontece a nuestro país y defender con igual entereza la honorabilidad y soberanía del país. No es solamente asunto de los gobernantes y tomadores de decisiones, y más aún en su papel de representantes del pueblo.
Recordemos entonces, y preguntemos, no siendo ignorantes en el tema: ¿Por qué la brecha de la desigualdad en México tan grande?, ¿por qué un México en los primeros lugares de corrupción e impunidad?. Un político o un funcionario que roban del erario público al conocimiento de todos y después “ahí andan” como si nada y hasta se les “saluda”; precisamente cuando debieran estar pagando algún castigo, un diputado local en el estado que gana hasta 300 mil pesos al mes, en comparación con un salario de entre 5000 y 8000 pesos que gana un empleado común y corriente, una pensión de más de 400 mil pesos mensuales a un magistrado federal, las “prestaciones” por debajo del agua de regidores, presidentes municipales, funcionarios, secretarios, etc, etc.. Todo a la vista de la sociedad que todo ve y observa, pero no pasa nada, absolutamente nada.
¿Acaso los ciudadanos estamos de acuerdo con estas acciones que causan enojo y vergüenza?, aunque se piense que no se puede hacer nada y seguir con esta pasividad, si podemos emitir los juicios y opiniones de la gente común y corriente. En las elecciones pasadas se voto por un gobierno diferente, por un cambio, por la lucha contra la corrupción y su fin, al parecer, y a la fecha, solo han sido más discursos que hechos y realidades.
Ante esto, es obligación de los ciudadanos hacer valer nuestros derechos como personas pertenecientes a una nación, a un país, a un estado, en dónde sin la identidad no habría nada, seriamos simplemente humanos en un territorio determinado.
El poder del cambio está en la sociedad, en la ciudadanía en general, bien informada, capaz de persuadir, de no quedarse con los brazos cruzados ante las injusticias, ante la corrupción, ante la violencia, ante una serie de situaciones que se están viendo pasar y nadie puede hacer nada. En la gente está el contribuir con un granito de arena. Al hacerse y formarse el compromiso de por lo menos estar enterados e informados de lo que pasa en el mundo, en el medio ambiente, en la política, en el gobierno, saber por lo menos los nombres de los diputados y secretarios de estado, y conocer sus propuestas legislativas, pedir cuentas, hacernos oír, hacernos valer.
Hay un “Sistema estatal Anticorrupción”, necesario hacer algo, sí, urgente realizar cambios de raíz, sí. Es un buen comienzo en la realidad y en el combate de la corrupción, donde los ciudadanos realmente señalen y sean escuchados. Habrá que esperar, conocer y ser parte de los cambios urgentes como ciudadanos y sociedad. Ante y después del Covid-19, la vida debe continúar con mayores aprendizajes.