Por: Marx Aguirre Ochoa
Michoacán ha sido noticia reiterada desde los útlimos tiempos, respecto de la violencia registrada en su territorio, provocada por grupos organizados dedicados a la violencia y distintos delitos en contra de la ley.
Esta violencia se ha identificado en su ejercicio directo contra las personas y sus gobiernos, con la muerte, las extorciones y los robos, fundamentalmente, como si fuese la única forma en que la violencia puede aplicarse. Ello dificulta la comprensión del fenómeno y de las causas multívocas que la provocan y por tanto, del diseño y operación de las medidas para eliminarla.
A lo largo de toda la historia de México siempre hubo violencia, desde la conquista hasta la Revolución Mexicana, por distintas causas y finalidades, indicando que el concepto tiene un contenido más amplio del que se relaciona con la violencia criminal. En el caso michoacano ciertamente se trata de esto último, de la violencia criminal.
Sin embargo, la violencia criminal, está vinculada con otras formas de violencia, menos visibles, que actúan en su origen y que involucran al conjunto de la sociedad, con la presencia de factores que la facilitan o la contienen. Estos factores son, de hecho, de carácter económico, social, cultural, psicológico y político.
En este contexto, el combate a la violencia criminal con la “fuerza legítima” del Estado, es apenas el comienzo en la eliminación del problema, que como inicio de un proceso, necesariamente, debe continuar con la eliminación de las causas profundas que la generan, evitando su reproducción.
Hasta donde es posible pueda construirse una sociedad con respecto a las reglas de convivencia, eliminando las desigualdades en la disponibilidad de riqueza, ingreso y oportunidades, que son igualmente formas de violencia social. Violación, viene de violencia, en materia de derechos humanos al trabajo, la educación, la salud y el bienestar, disponiendo de mecanismos de mediación para la superación pacífica de los conflictos.
No obstante, no puede perderse de vista que el de hoy, es un mundo globalizado e interdependiente, donde cada acontecimiento tiene consecuencias en todas partes. Sin duda que la violencia criminal en Michoacán, forma parte de la estructura con que funciona el mundo del presente, por diferentes vías de producción y de consumo, así como del tráfico ilegal de todo tipo de bienes, tangibles e intangibles.
Por todo lo anterior, es importante señalar que en el escenario michoacano de combate a la violencia criminal, parecería que están incluidas las estrategias que van más allá del uso de la “fuerza legítima”, que atacan los factores y actores visibles, para establecer nuevas condiciones de trabajo y vida.
Es deseable y posible, que no se trate solamente de contener, sino de erradicar la violencia, eliminando todas las causas que la producen en realidad y en potencia, borrando la cultura de lo más fácil, integrando un modelo genuino de acciones integrales y definitivas.