Cardenal Angelo Becciu desafía una sanción de Francisco y dice tener derecho a ir al cónclave
Papa Francisco y el cardenal Angelo Becciu | Foto: @EdwardPentin

El cardenal Becciu desafía su sanción papal y exige participar en el cónclave, generando tensiones en el Vaticano.

A solo un día del fallecimiento del papa Francisco, el Vaticano enfrenta su primer conflicto interno.

El cardenal italiano Giovanni Angelo Becciu, destituido en 2020 por un escándalo financiero y sentenciado a prisión, ha regresado a la escena eclesiástica exigiendo su derecho a participar en el próximo cónclave.

El cardenal de 76 años, quien fue uno de los hombres de confianza de Jorge Mario Bergoglio al inicio de su pontificado, argumenta que el papa no tenía la autoridad para retirarle su derecho a voto, y afirma que puede tanto elegir como postularse para ser el próximo sumo pontífice.

Delitos del cardenal Becciu

Becciu fue responsable de la gestión del Óbolo de San Pedro, un fondo de caridad del Vaticano destinado a obras sociales.

Sin embargo, desvió 250 millones de euros para la compra de un edificio de lujo en Londres y transfirió un millón de euros, destinados al rescate de una misionera secuestrada, a la cuenta de una amiga personal.

La investigación culminó con su destitución por parte del papa Francisco, quien también le retiró sus derechos cardinalicios, incluido el voto en el cónclave.

La sanción

En 2023, Becciu fue condenado a cinco años y medio de prisión por corrupción, convirtiéndose en el primer cardenal en la historia reciente condenado por un tribunal vaticano.

En un esfuerzo por demostrar su inocencia, Becciu llegó a grabar conversaciones privadas con el papa, pero estas no tuvieron efecto legal.

Aunque ha apelado la sentencia, el fallo no ha sido revocado hasta ahora.

El retorno de Becciu al Vaticano ha generado tensión entre los cardenales, quienes se preparan para una de las votaciones más importantes de la Iglesia católica.

La presencia del cardenal condenado plantea dudas sobre la legitimidad del proceso y abre un debate inédito sobre los límites del poder papal.