Exploran el impacto de la reciente captura de líderes en el Cártel de Sinaloa.
Ciudad de México.-La incertidumbre se ha convertido en la protagonista de todo el enredo que se desató desde el pasado 25 de julio luego de que Ismael “El Mayo” Zambada García y Joaquín Guzmán López, capos del Cártel de Sinaloa, fueran detenidos en el aeródromo de Santa Teresa, Nuevo México, cerca de El Paso, Texas.
Entre versiones que apuntan a una entrega voluntaria o a un secuestro de El Mayo orquestado por el hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, la información que continúa surgiendo sobre la detención de dos miembros del alto rango del Cártel de Sinaloa ha comenzado a tensar la relación bilateral entre el gobierno de México y el de Estados Unidos.
Adicionalmente, entre analistas en seguridad y periodistas especializados en crimen organizado se comienza a presagiar una pugna interna en la organización delictiva que, tras la detención del Señor del Sombrero, es ahora encabezada principalmente por Los Chapitos y Aureliano El Guano Guzmán, hermano de El Chapo.
La posible fragmentación de la que es considerada por Estados Unidos como una de las organizaciones narcotraficantes más grandes y poderosas del mundo ha encendido las alertas sobre la ola de violencia que pudiera encabezar una nueva y joven generación de narcotraficantes.
Atrás quedaron los años en los que el Cártel de Sinaloa tenía una estructura vertical en la que sus integrantes obedecían a un solo mando y respetaban códigos pues, ahora, decenas de células criminales y brazos armados se perfilan a disputar el control de todo el lucrativo negocio que los capos de la vieja guardia construyeron desde finales de los 80’s.
Como si de un efecto dominó se tratase, poco a poco los fundadores y principales líderes del también llamado Cártel del Pacífico enfrentaron su destino entre los barrotes de una celda o en circunstancias igual de misteriosas en las que ahora se encuentra el futuro de la organización delictiva, entre ellos:
“El Chapo” Guzmán: la osadía del 701
El nombre de Joaquín Guzmán Loera quedó grabado para siempre en la historia del narcotráfico en México. Originario de La Tuna en Badiraguato, Sinaloa, aquel niño campesino se convirtió no solo en el líder del Cártel de Sinaloa más mediático sino también en el más buscado del mundo.
El Chapo, alias que le valió su baja estatura, dio los primeros pasos de su carrera delictiva en el Triángulo Dorado, aquella región entre Sinaloa, Chihuahua y Durango en donde la amapola y la marihuana crecen con facilidad.
Su ambición por salir de la pobreza lo llevó a enlistarse en las filas del Cártel de Guadalajara, sin embargo, la leyenda de El Chapo se consolidó por primera vez en 1993 cuando, en medio de la disputa que sostenía con los hermanos Arellano Félix, fue asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en el aeropuerto internacional de Guadalajara.
Tres décadas después, las autoridades no han logrado esclarecer el crimen que terminó con la vida del sacerdote pero en su momento Joaquín Guzmán Loera fue señalado como el principal sospechoso, por lo que fue aprehendido por primera vez en Guatemala.
La captura del joven Chapo se anunció con bombo y platillo hasta su traslado al Centro Federal de Readaptación Social No. 2 Occidente, mejor conocido como el Penal de Puente Grande en Jalisco.
Con lo que no contaban las autoridades es que la astucia de Joaquín Guzmán Loera resultaría suficiente para corromper no solo a custodios sino al mismo subdirector del penal Dámaso López alias El Licenciado, quien años más tarde se convirtió en uno de sus principales socios.
Dichos factores convergieron en la primera gran fuga de El Chapo que lo lanzó a la fama internacional. Ya sea escondido en un carrito de lavandería o disfrazado de policía -como se ha especulado- Joaquín Guzmán Loera escapó de prisión el 19 de enero de 2001 dispuesto a recuperar el control del Cártel de Sinaloa junto a su viejo socio Ismael Zambada García.
Con el Chapo libre, la organización delictiva se mantuvo en la cúpula del narcotráfico en México. Miles de toneladas de drogas cruzaban diariamente a Estados Unidos y dejaban millonarias ganancias a los miembros del cártel incluyendo a Joaquín Guzmán Loera, quien incluso fue contemplado en el peldaño 701 del listado de multimillonarios del mundo de la revista Forbes en 2009.
El 22 de marzo de 2014 elementos de la Secretaría de Marina (Semar) irrumpieron en un hotel de Mazatlán y arrestaron nuevamente al capo sinaloense. Ese sería el principio del fin.
El Chapo fue recluido en la que es considerada como la prisión de más alta seguridad en México: El Altiplano. No obstante, ni los inmensos muros alambrados, ni el meticuloso sistema de seguridad para ingresar fueron obstáculo para la astucia del Señor de la Tuna, quien concretó su segunda fuga la noche del 11 de julio de 2015.
A través de un túnel construido en coordinación con sus hijos y su esposa Emma Coronel, según dan cuenta testimonios judiciales, Joaquín Guzmán Loera recuperó su libertad y se consagró como el narcotraficante más buscado del mundo.
Su suerte se agotó el 8 de enero de 2016 cuando, por tercera y definitiva vez, elementos de la Marina lograron su aprehensión en Los Mochis, Sinaloa. En esta ocasión no hubo escapatoria pues un año más tarde, en enero de 2017, El Chapo Guzmán fue extraditado a Estados Unidos.
El llamado Juicio del Siglo se celebró en la Corte de Brooklyn en donde entre múltiples testimonios de ex socios, amigos y colaboradores, a Joaquín Guzmán Loera se le declaró culpable de todos los cargos que pesaban en su contra.
“Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, conocido por varios apodos, incluyendo El Chapo y El Rápido, fue condenado hoy por el juez federal de distrito Brian M. Cogan a cadena perpetua más 30 años […] por ser el líder principal de una empresa criminal sistemática, un cargo que incluye 26 violaciones relacionadas con drogas y una conspiración para cometer asesinato. El Tribunal también ordenó que Guzmán Loera pagase $12.6 billones en decomisos”, se lee en un comunicado emitido por el gobierno estadounidense en julio de 2019.
Aquel veredicto condenó a Joaquín El Chapo Guzmán a pasar el resto de sus días en una celda de la prisión de supermáxima seguridad ADX Florence en Estados Unidos, lejos de su familia y de Badiraguato, aquel municipio sinaloense en donde su osadía comenzó.
Héctor “El Güero” Palma y la brutalidad del narco
“Era amigón e inteligente y a mucha gente fue a ayudar, hombre de amistad, muy amigo de Don Mayo, del Chapo Guzmán y del viejo Chalo Araujo […] bueno al pilotear, se movía por Mocorito, allá en Culiacán, en Guamúchil y en los chinos”, se escucha en un narcocorrido que Gerardo Ortiz dedicó en 2017 a uno de los principales líderes del Cártel de Sinaloa.
Aunque dicho tema enaltece a Héctor Luis Palma Salazar, su historia se convirtió en una de las más brutales que, hasta en la actualidad, se cuentan como enseñanza para todos aquellos que tengan intenciones de formar parte del crimen organizado.
De acuerdo con información del periodista Óscar Balderas, El Güero Palma nació en Mocorito, Sinaloa y, al igual que El Chapo, aquel niño campesino de ojos verdes no tardó en involucrarse en actividades delictivas hasta que se enlistó en el Cártel de Guadalajara.
Tras la aprehensión de Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca, los jóvenes Joaquín Guzmán Loera e Ismael Zambada García buscaron formar su propia organización de tráfico de drogas en Sinaloa y Héctor Luis Palma Salazar fue clave para lograrlo.
Su habilidad para volar avionetas en la sierra de pronto lo convirtió en un líder y hombre de confianza de El Chapo, sin embargo, en medio de la disputa con los hermanos Arellano Félix, el ascenso de El Güero Palma se frustró.
Por órdenes de los líderes del Cártel de Tijuana, un sicario venezolano llamado Rafael Clavel Moreno se infiltró en la familia de El Güero Palma convenciendo a su esposa de abandonarlo y llevarse a sus hijos de cuatro y cinco años.
La trampa se consolidó cuando a Héctor Luis Palma Salazar le hicieron llegar la cabeza de la mujer en una hielera y un video en el que se aprecia cómo sus dos pequeños hijos fueron lanzados desde el Puente de la Concordia en Venezuela, una estructura de más de 150 metros de altura que les provocó una muerte inmediata.
El salvajismo con el que le arrebataron a su familia provocó en El Güero Palma una furia incontenible que derivó en múltiples venganzas que incluyeron el asesinato no solo de los hijos del sicario venezolano sino también de policías y defensores de los derechos humanos, según da cuenta un reportaje realizado por Óscar Balderas para MILENIO.
En 1995 el otrora líder del Cártel de Sinaloa se encontraba volando un Lear Jet para asistir a una boda en Guadalajara cuando la aeronave se desplomó en los límites de Jalisco. Personal militar y policial acudieron a su auxilio y, aunque el plan era ocultar su identidad, una pistola de oro apretada en su cinturón terminó por delatarlo.
El Güero Palma fue detenido y extraditado a Estados Unidos hasta que en 2016 se ordenó su libertad. No obstante, al poner pie en suelo mexicano, el compadre de El Chapo y El Mayo fue nuevamente detenido y encarcelado en el penal de El Altiplano desde donde su defensa continúa librando una batalla legal en favor de su liberación.
“El Azul” y su misteriosa desaparición
La intensidad de la tez morena de Juan José Esparragoza Moreno lo llevó a ser conocido en el hampa de México como El Azul. De acuerdo con información difundida por el Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), el otrora líder criminal nació el 3 de febrero de 1949 en Chuicopa, Sinaloa.
Al igual que el resto de fundadores del Cártel de Sinaloa, la carrera delictiva de Esparragoza Moreno inició en el Cártel de Guadalajara, sin embargo, su primer oficio no fue ser campesino sino que encontró en las filas de la policía el oficio perfecto para gestarse como narcotraficante.
Información difundida por InSight Crime apunta a que El Azul fue un ex detective de la policía que se convirtió en un importante intermediario entre organizaciones delictivas hasta que se le involucró con el asesinato del agente especial de la DEA, Enrique Camarena Salazar, en 1985.
El mediático caso lo llevó a pasar unos años en prisión hasta que fue liberado en 1992 y se unió a las filas del Cártel de Juárez bajo el mando de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.
“Mientras Guzmán estuvo en la cárcel, Esparragoza lo ayudó a mantener su negocio. Y, una vez Guzmán escapó de prisión en 2001, Esparragoza pasó a ser uno de los líderes del Cártel de Sinaloa […] Él fue el eslabón central en los lazos familiares entre los grupos y a menudo fue elegido como mediador en sus conflictos. Esparragoza se casó con la cuñada de Guzmán y fue el padrino del hijo de Amado Carrillo Fuentes y del hijo de uno de los hijos de Ismael Zambada”, sostiene un artículo publicado por la fundación dedicada al estudio de amenazas para la seguridad nacional de América Latina y el Caribe.
La pista sobre Juan José Esparragoza Moreno se perdió mientras El Chapo acumulaba la mayor atención mediática en la organización delictiva. En agosto de 2014, su hijo José Juan Esparragoza Jiménez declaró tras ser detenido por fuerzas federales que su padre falleció de un ataque cardíaco mientras se recuperaba de las heridas sufridas durante un accidente automovilístico.
Pese a sus declaraciones, la Fiscalía General de la República (FGR) no ha logrado comprobar si El Azul sigue vivo y, por el contrario, InSight Crime sostiene que los capos de cárteles mexicanos suelen aparentar su propia muerte para eludir la persecución de las autoridades y, con ello, la cárcel.
“El Mayo” Zambada: el último capo
Las montañas de la Sierra Madre Occidental fueron durante décadas el hogar de Ismael Zambada García. Reconocido por su longeva trayectoria delictiva, El Mayo se distinguió de sus socios por el bajo perfil que decidió guardar, lejos de las excentricidades que con el paso de los años forjaron el estereotipo de los narcotraficantes.
El Departamento de Estado ubica la fecha de nacimiento del cofundador del Cártel de Sinaloa como el primero de enero de 1948. Información que el periodista Alejandro Almazán recabó para DOMINGA, la revista digital de MILENIO, apunta que al ejido El Álamo en Sinaloa como la cuna del también llamado Señor del Sombrero.
Hijo de un campesino y una maestra, la infancia y adolescencia de El Mayo transcurrió entre los campos de caña hasta que su ambición lo llevó a incursionar en el plantío de amapola y marihuana de mano de dos conocidos traficantes de la zona: Lamberto Quintero y José Inés Calderón.
La relación con traficantes más experimentados catapultaron a Ismael Zambada García al lucrativo negocio del tráfico de drogas. Conocer las rutas y las ciudades estadounidenses donde era distribuido el producto le permitió a El Mayo escalar peldaños en cualquier organización delictiva en la que colaborara. Desde el Cártel de Guadalajara, el de Juárez y hasta crear el suyo por derecho propio: el de Sinaloa.
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Toneladas de marihuana, cocaína, heroína, metanfetaminas e incluso fentanilo figuraron en el amplio catálogo de drogas que cruzaba la frontera de Estados Unidos bajo las órdenes de Ismael Zambada García. Paulatinamente, en las acusaciones en su contra comenzaron a figurar delitos como el lavado de dinero, posesión de armas de fuego y conspiración para cometer secuestros y homicidios. El amplio historial delictivo llevó a la justicia estadounidense a ofrecer una recompensa de 15 millones de dólares por su cabeza.
Pese a la tentadora oferta, la estrategia de El Mayo por apostar al diálogo en lugar de la violencia y su capacidad de corromper autoridades hicieron de su carrera delictiva una de las más longevas, al punto de consolidarse como el último capo de la vieja guardia en jamás haber pisado prisión, no obstante, la esperanza de morir impune en las montañas que lo vieron crecer se esfumó el 25 de julio de 2024.
Ahora, el septuagenario capo se encuentra en manos de la justicia estadounidense y, pese aunque los detalles sobre su aprehensión navegan entre múltiples preguntas, de lo que sí se tiene certeza es que con su ausencia muere el Cártel de Sinaloa como una organización unificada.
Fuente: Milenio