El alcalde de Morelia ha diseñado una estrategia para su búsqueda por la gubernatura. Los negocios que generará generando el segundo anillo del periférico de Morelia para algunos de la élite guinda en el poder. Y por último, el adiós a la amistad.
Carta bajo la manga
A 20 meses de que arranque el proceso electoral para renovar la gubernatura de Michoacán, el termómetro político del estado va registrando temperaturas cada vez más altas entre aquellos que aspiran a dirigir los destinos de la administración pública estatal.
Es sabido que uno de ellos, ha buscado y busca catapultar desde la alcaldía moreliana sus posibilidades de cara al 2027, se trata del alcalde capitalino Alfonso Martínez Alcázar.
Más allá de los guiños que el munícipe ha empezado a esbozar hacia la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para que en caso de competir no lo vea como enemigo sino como posible aliado, hay otras rutas que el edil estaría trazando de tiempo atrás para lograr sumas estratégicas a sus aspiraciones.
Cuentan los que saben que desde que Martínez retornó a la presidencia municipal en 2021, dio seguimiento con lupa a lo hecho y deshecho por la administración que lo antecedió, aquella que inició Raúl Morón Orozco y concluyó Humberto Arróniz Reyes.
Entre los hallazgos de irregularidades detectadas –y que se ha mantenido a resguardo con todo cuidado- estarían aquellas relacionadas con las obras de mejoramiento de infraestructura urbana y accesibilidad peatonal en el centro histórico de la ciudad.
Las irregularidades serían mayúsculas y por tanto políticamente lucrativas, de manera que el ayuntamiento capitalino habría tenido cuidado de no tocar las obras realizadas pese a sus fallas, a fin de que puedan seguir siendo objeto de las revisiones y peritajes necesarios para robustecer y consolidar la documentación que permita o bien fincar responsabilidades o bien tener elementos contundentes que faciliten la negociación pretendida.
Quien fue encargado de la realización de tales obras como titular de la Secretaría de Movilidad y Espacio Público municipal en la administración moronista, fue Antonio Godoy González Vélez, hijo del exgobernador y hoy diputado federal Leonel Godoy Rangel.
Como es sabido, ningún padre está dispuesto a ver a su hijo tras las rejas, y en ello radicaría una de las apuestas echadas desde Allende 403.
Vaquitas gordas
Cuentan que la construcción del segundo anillo del periférico en Morelia ha derivado en afanosa actividad económica para integrantes de la élite política estatal en turno con la adquisición de terrenos aledaños.
Así como la revolución les hacía justicia a los priistas en su momento, ahora lo hace para los guindas quienes, con la adquisición de propiedades en las inmediaciones de tan magna obra, estarían apostando que sus vaquitas queden bien gordas en el fin de sexenio.
Veto pa los cuates
Las leyendas urbanas sobre las disputas personales en el círculo central del poder estatal están a la orden del día, y como nunca faltan los oficiosos para compartirlas, en fechas recientes trascendió el veto aplicado a un par de hermanos que de tan cuates todo el mundo pensaba intocables.
Uno de ellos no sólo se quedó sin chamba la semana pasada, sino que también junto con su hermano, fue vetado de las oficinas centrales, a las que no podrán entrar hasta nuevo aviso.
Dice el dicho que con esos amigos, para que quiere uno enemigos.