Este domingo están por ocurrir las elecciones para presidente de la República Federativa del Brasil, además de que se renovará también el poder legislativo y distintos puestos públicos a lo largo del país más grande de Latinoamérica y con mayor población.
Estas elecciones destacan particularmente por 3 factores muy relevantes: El primero de ellos es el impedimento de participación que tiene el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que actualmente se encuentra en prisión, lo cual ya de ante mano perjudicó a su partido, el Partido de los Trabajadores, ya que si Lula hubiese competido iría en la cima de las preferencias.
El segundo factor es el ascenso en popularidad del Jair Bolsonaro, el candidato de la ultraderecha, quien en los últimos años ha levantado polémica por sus posturas ultraconservadoras y completamente contrarias a la visión política que ha tenido Brasil los últimos 15 años.
El tercer factor es la actual crisis sociopolítica que Brasil está atravesando prácticamente desde finales de 2014, donde la credibilidad de la clase política tradicional se ha venido abajo a causa de los distintos escándalos de corrupción, así como también por la incompetencia de los gobiernos nacionales durante los últimos 4 años, sumando también a ello el incremento en la inseguridad y la disminución en el crecimiento económico.
Todos estos factores, han generado un coctel explosivo en la decisión del ciudadano común para ejercer su voto. Muchos brasileños actualmente están bastante molestos con la incompetencia gubernamental, así como decepcionados de los partidos políticos, todo ello le ha permitido a Bolsonaro posicionarse en las preferencias electorales.
Este ex miembro de las Fuerzas Armadas se ha caracterizado por una posición ideológica acérrima a los cambios progresistas tanto sociales como económicos de los gobierno del PT, incluso es sabido que el actual puntero en las encuestas se inconformó por abandonar la dictadura militar en 1985, llegando a ser expulsado del ejercito por protestar contra la transición democrática. En su vida política ha hecho declaraciones públicas de tintes homofóbicos, racistas y misóginos. En términos económicos ha sido menos detallado pero promueve abiertamente el libre comercio y la privatización absoluta de los servicios públicos creyendo que así se levantara la economía.
Algunos analistas lo comparan con Trump, sin embargo el actual presidente de EUA es hasta cierto punto más moderado que el ex militar brasileño, ya que por lo menos Trump no ha hecho declaraciones públicas defendiendo a torturadores de rivales políticos, tal como Bolsonaro hizo con el torturador de Dilma Rousseff durante el régimen militar. Sin mencionar que en el aspecto económico Trump siempre se ha proclamado contrario al libre comercio, y actualmente continua defendiendo sus políticas proteccionistas, mientras que Bolsonaro va en el sentido contrario.
Varios de los que respaldan a Bolsonaro, más que creer en él, lo hacen por hartazgo, se hartaron que ni la izquierda ni la derecha tradicionales hayan podido sacarlos de la crisis. Por lo tanto ahora recurren a un outsider con la esperanza de que cambie toda la situación actual. Incluso algunos de los que votaran por él apuestan a que realmente al momento de gobernar, el ex militar se echara para atrás en la segregación de minorías que hoy hace en su discurso creyendo que realmente las instituciones actuales de Brasil frenarían políticas autoritarias.
Sin embargo, las instituciones brasileñas están bastante dañadas en su credibilidad y por ende en su actuación. El poder ejecutivo actual, dirigido por Michel Temer, se considera ilegítimo, mientras que el poder legislativo está bajo la influencia de líderes de partidos que son acusados de corrupción. Finalmente, por su parte, el poder judicial, que en teoría es el que tiene mejor reputación entre los tres, si bien ha tenido ciertas ovaciones por la ciudadanía por el caso de “Java Lato”, el hecho de que permanezca semi-pasivo ante el actuar los políticos que no son parte del PT, merma también la credibilidad del sistema de justicia de Brasil.
Por lo tanto, en este momento las instituciones brasileñas se encuentran también en crisis. Esto podría suponer un problema si se pretende que actúen como contrapeso frente al que salga electo como nuevo presidente.
Por lo pronto ya es un hecho que Bolsonaro pasará a la segunda vuelta presidencial, resta ver quien será su rival, pero parece ser que será el candidato del PT, Fernando Haddad, o el candidato de la centro-izquierda, Ciro Gomes.
Aún está por verse el destino de Brasil, por lo pronto se sabe que Bolsonaro tiene el respaldo del sector social anti-establishment, que es bastante grande, sin embargo la mayoría de la clase política tradicional lo repudia, por lo que los distintos líderes de los partidos podrían decidir dejar sus diferencias de lado y apoyar directamente al segundo lugar para vencer a Bolsonaro en la segunda vuelta.
Se dice que un gobierno es un reflejo un poco difuminado de su propia sociedad, en las próximas semanas se tendrá la revelación sobre qué sociedad se reflejará en próximo presidente de Brasil.