Descubre los últimos avances en la recuperación de accidentes cerebrovasculares y cómo estos mejoran la calidad de vida de los pacientes
Anualmente, 15 millones de personas a nivel global experimentan accidentes cerebrovasculares (ACV), y la mayoría de los procedimientos quirúrgicos se hacen en en la fase aguda del incidente. Un considerable número de estos pacientes sufre de incapacidades crónicas o permanentes.
Con el desarrollo de la ciencia, se están explorando nuevas metodologías para asistir a pacientes en la recuperación de funciones esenciales. El Dr. W Chris Fox, neurocirujano de la Mayo Clinic en Jacksonville, Florida, subraya los métodos actuales y futuros para el manejo y rehabilitación de ACV.
Los accidentes cerebrovasculares
Un ACV se produce al interrumpirse el flujo sanguíneo hacia áreas del cerebro. El tipo más frecuente, el ACV isquémico, ocurre debido a un bloqueo arterial, mientras que el ACV hemorrágico se origina por la ruptura de un vaso sanguíneo cerebral, causando sangrado. Ambas formas resultan en la muerte de células cerebrales, aunque difieren en sus mecanismos de daño.
Durante la fase aguda de un ACV, las intervenciones quirúrgicas buscan restablecer la circulación sanguínea en casos isquémicos o gestionar la fuente de sangrado y reducir la presión en los hemorrágicos.
“La gran mayoría de lo que podemos hacer ahora es tratar a los pacientes que experimentan un accidente cerebrovascular o realizar cirugías que pueden ayudar a prevenir la enfermedad”, señala el doctor Fox.
Actualmente, los procedimientos quirúrgicos incluyen la dilatación de las arterias carótidas estrechas y el manejo de aneurismas o malformaciones antes de que se presenten rupturas.
A pesar de esto, muchos pacientes continúan enfrentando desafíos significativos en su calidad de vida, como debilidad, problemas de coordinación y dificultades en el habla y visión. La investigación sigue en búsqueda de tratamientos para mitigar las secuelas crónicas de los ACV.
Innovaciones para tratar ACV
Entre las innovaciones en estudio se encuentran la estimulación cerebral profunda y las interfaces cerebro-computadora. La estimulación cerebral profunda, que implica implantar electrodos en el cerebro para generar impulsos que modulan la actividad cerebral, es ya utilizada para tratar condiciones como el Parkinson y la epilepsia. Aunque no es un tratamiento estándar para los ACV, se investigan sus potenciales beneficios a futuro.
Las interfaces cerebro-computadora son otra área de interés. Estas tecnologías posibilitan que individuos con pérdidas funcionales manejen dispositivos externos, como brazos robóticos, mediante señales cerebrales. Aunque todavía están en fase de desarrollo, prometen nuevas posibilidades para la rehabilitación de funciones perdidas.
Además, el Dr. Fox enfatiza la importancia de adoptar cambios en el estilo de vida para minimizar los riesgos de un ACV. Ejercitar regularmente, mantener una dieta equilibrada, controlar la presión arterial y la diabetes, y evitar el tabaco son medidas cruciales. Aquellos con historial familiar de ACV o enfermedades cardíacas deberían consultar a sus médicos sobre estrategias preventivas y análisis de sangre para evaluar riesgos.
“Lo que es bueno para el corazón también es bueno para el cerebro”, concluye el Dr. Fox, destacando que la prevención y el cuidado integral son esenciales para proteger la salud neurológica y cardiovascular.