Un nacimiento monumental con piezas realizadas por un artista de Malta y un árbol de Navidad de 25 metros de altura, colocados en la Plaza de San Pedro, se convirtieron en la principal atracción romana de estas fiestas decembrinas.
El montaje fue ubicado en el centro de la plaza vaticana, junto al famoso obelisco. En estos días previos a la Nochebuena es constante el desfile de turistas y curiosos que se acercan a admirar el pesebre o sacarse fotos junto a él.
Para ahorrar en su consumo energético, la Santa Sede decidió adornar con luces de bajo consumo las decoraciones navideñas gigantes, que fueron inauguradas el 9 de diciembre y permanecerán dispuestas hasta el 6 de enero, fiesta de la Epifanía.
De esta manera la exhibición del nacimiento y del abeto quedó empatada, en los tiempos, con la liturgia católica navideña que inició a finales de noviembre con el periodo de Adviento y se extenderá hasta el 8 de enero de 2017, fiesta del bautismo de Jesús.
Por una inexplicable tradición arraigada, desde hace unos 30 años el pesebre de San Pedro se iluminaba apenas el 24 de diciembre por la tarde-noche y permanecía abierto hasta el 2 de febrero, fiesta de la Candelaria. Una costumbre a contrapelo del calendario litúrgico.
El árbol colocado en San Pedro mide 25 metros con una circunferencia máxima del tronco de 65 centímetros y fue donado por el Municipio de Scurelle, en la norteña provincia autónoma italiana de Trento.