A raíz de la victoria del 1 de julio, Andrés Manuel López Obrador, ha estado recibiendo los últimos días, las felicitaciones de los distintos mandatarios del mundo, incluso algunos de ellos no solo le congratulan sino también de antemano lo invitan a reforzar las relaciones que tiene México con sus respectivas naciones.
Entre los principales dirigentes mundiales que han saludado a López Obrador se encuentran el polémico mandatario estadounidense, Donald Trump, la canciller alemana, Ángela Merkel, el presidente ruso, Vladimir Putin, el presidente de China y Secretario General del Partido Comunista Chino, Xi Jinping, el gobernante de Bolivia, Evo Morales, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, el presidente argentino, Mauricio Macri, entre otros.
Estos comunicados no son una simple cortesía diplomática, muchos de ellos tienen mensajes de fondo, “guiños diplomáticos” si se pudiera decir de cierta forma. Especialmente aquellos que provienen de las grandes potencias tales como Rusia, China, Alemania y EUA, sin embargo también se pueden encontrar en algunos países de Latinoamérica tales como Bolivia o El Salvador.
Y es que parece ser que la mayoría de esos países entienden que Obrador planea darle un giro de 180 grados a la política exterior mexicana. Sin embargo, aún no está claro hacia donde se dará ese giro diplomático.
López Obrador, así como su futuro Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, han señalado que volverán a aplicar el principio de la Doctrina Estrada, de no intervención en los asuntos internos respecto a la autonomía de los pueblos. Es decir no apoyaría la injerencia de políticas intervencionistas en la situación interna de los distintos países del orbe, especialmente en la región de América Latina.
No obstante, lo anterior no termina por describir la nueva posición geopolítica que adquirirá la república mexicana ante la llegada al poder del ex jefe de gobierno de la Ciudad de México. Si bien Obrador también ha manifestado su aprobación sobre cómo se manejó la política exterior mexicana entre los treinta y los setenta, debe de señalarse que las circunstancias internacionales han dejado de ser las mismas. La guerra fría ya términó, sin embargo actualmente persiste una tensión entre los distintos bloques que están formándose en el plano mundial.
Por un lado se tiene a la Unión Europea, que hasta hace poco tenía como aliado tradicional a Estados Unidos, cosa que con Trump ha cambiado radicalmente. Ahora, la Comunidad Europea, está sufriendo crisis política interna con la llegada al poder de distintos políticos euroescépticos así como también con la creciente influencia de Rusia en el lado oriental del mencionado bloque económico.
Así mismo, Rusia, bajo el mando de Vladimir Putin, está buscando reposicionarse como una potencia mundial influyente, tratando de imitar en algunos aspectos a la extinta Unión Soviética, esto incluye una expansión militar en la mayoría de sus actuales fronteras, así como también involucra el acercamiento político y comercial con distintas naciones del orbe, entre ellas varias de Latinoamérica.
Por otra parte se encuentra la República Popular de China, dirigida por Xi JinPing, que busca desbancar a EUA como la primer potencia mundial económica, y para ello ha tratado de expandir su área de influencia hacia África, el sudeste asiático y más recientemente hacia Latinoamérica; de hecho este país tiene en su intención crear un banco internacional paralelo al FMI para otorgar préstamos a los distintos países en desarrollo. No obstante EUA los últimos años respondió apoyando a los rivales históricos fronterizos de China, tales como Vietnam, Corea del Sur, Japón e India.
Se encuentran también países que no están circulando en las esferas de influencia de ninguna potencia, como Sudáfrica, Vietnam, Filipinas, Indonesia o Singapur, quienes de una u otra forma han planificado políticas para no verse arrastrados definitivamente hacia algún bloque político.
Y por supuesto está también EUA, que aunque ha tensado considerablemente las relaciones con sus aliados y adversarios desde que llegó Donald Trump, aún mantiene una gran influencia política-económica-militar especialmente en el continente americano.
López Obrador deberá reflexionar muy bien todas estas circunstancias internacionales para desarrollar lo mejor posible la política exterior de México. Por lo pronto, lo idóneo sería que México dejara de seguir con una política de sumisión fáctica hacia el gobierno de EUA, especialmente porqué Donald Trump ha procurado utilizar la imagen de México para justificar políticas de segregación social y hostilidad económica, por ello, sería conveniente para Obrador practicar una política exterior con más solidez y resistencia a las embestidas diplomáticas y propagandísticas de EUA. Sin embargo, en el futuro deberá optar por una política internacional más definida y que sobre todo ayude al desarrollo socioeconómico de México y si es posible del resto de América Latina.