Múltiples veces hemos hablado de los cambios requeridos para tener un sistema económico que sea ecológicamente viable. Sin embargo, poco hemos hablado del tema de fondo respecto a la relevancia política que hay por detrás, y la verdad es, que la agenda medioambiental lleva varios años inmiscuyéndose en la cultura global generalizada.
Sabemos que existen alternativas al modelo de consumo actual que pueden ser viables, sin embargo, cada contexto es distinto, sobre todo cuando hablamos de países en desarrollo como lo es México. Sabemos de lugares como California que tienen una estricta política en materia de deshechos y planean ser el primer estado en generar cero residuos, y esta devoción hacia la agenda medioambiental parece haber penetrado la mente de la mayoría de los políticos en el mundo. Esto trae por consecuencia una severidad en las normas aplicadas desproporcional con el contexto social y económico de cada país.
Hablemos de México, por ejemplo, donde la producción de plástico ha sufrido regulaciones absurdas para para la industria. El problema nace de una falta de comprensión del gobierno de las necesidades económicas, en especial de lugares como la Ciudad de México donde el comercio representa alrededor de un 60% de la actividad económica.
Por supuesto que debemos aspirar a mejorar la calidad del entorno en el que vivimos. Pero la normatividad instaurada al respecto es tan bruta como un doctor operando a un paciente con una sierra eléctrica en vez de un bisturí. El daño económico es tan grave que daña más al ambiente de lo que lo ayuda, ya que lamentablemente, lo países más pobres son aquellos que contaminan más.
Cabe mencionar que tanto México como la mayoría de países en desarrollo tienen mejores sistemas de disposición de residuos que los países de primer mundo debido a la necesidad que hay en la sociedad. Países como Estados Unidos generan toneladas y toneladas de basura en los supermercados de comida cuya fecha de expiración ha pasado pero los alimentos siguen en buen estado, en la mayoría de los países en desarrollo son los mismos empleados quienes los consumen, este ejemplo no busca decir que México no es un país contaminante, sino que las necesidades medioambientales de cada país son diferentes y en la mayoría de los países, sobre todo los pobres solo hay planes de acción sin rumbo.
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Hay que aspirar a un modelo económico que apueste por tecnologías renovables en el mediano plazo con un plan estructurado y medidas viables; en vez de políticos que prometen beneficios al ambiente inmediatos en una desesperada búsqueda de votos por un proyecto que no tiene ni pies ni cabeza.