Hoy hemos decidido comer sano y prepararnos una ensalada de patatas, con zanahorias, habas y cocos (o nueces) de Brasil, lo regamos con cerveza y, de postre, un plátano. ¿Sano? No del todo, porque junto con las generosas cantidades de nutrientes y minerales que contienen esos alimentos estaremos ingiriendo unas dosis, notables pero no alarmantes, de radiación.
Para equiparar la que afectaría a alguien situado en un radio de unos 20 kilómetros de un accidente nuclear no extremadamente grave, deberíamos comer casi 900 plátanos (uno de los alimentos con más radio y potasio) al día.
Aunque aun le ganan las nueces (o coquitos) de Brasil, un producto no demasiado consumido en España. Son más habituales aquí las habas, las zanahorias, las patatas y las carnes rojas, entre otros, que también se cuentan en el top ten de los alimentos con radiactividad. Como el agua que bebemos.
Potasio y radio cada día
De entrada, todos los alimentos y moléculas orgánicos contienen carbón y éste es rico, entre otras cosas, en el radiactivo carbono-14. Precisamente por estar presente en nuestro organismo, éste permite datar los fósiles, incluso aunque tengan miles de años de antigüedad.
La mayor parte de los elementos radiactivos que consumimos son el potasio y el radio. Se transmiten a los alimentos a través de la tierra y del agua, y también están en el aire, procedentes de la actividad cósmica y de numerosos minerales que son radiactivos.
En el caso de las nueces de Brasil, la radiación llega a través de su complejo sistema de raíces entrelazadas, que la absorben del suelo. Tienen altos niveles de potasio y radio, unas 1.000 veces más que otros alimentos que las tienen.
Una mala noticia y otra buena
Este último no produce ningún beneficio al organismo, pero el potasio es bueno para nosotros porque interviene en numerosas reacciones bioquímicas. Lo que, por otra parte, provoca que nuestro propio cuerpo sea radiactivo. Por contrapartida, las nueces son saludables porque son ricas en selenio y otros minerales.
Las habas también contienen esas dos sustancias radiactivas, aunque en menor cantidad, y el aspecto positivo es que aportan mucho hierro. Se considera que los plátanos podrían hacer saltar las alarmas de los medidores de radiación por su alto contenido en potasio, que a su vez es lo que los hace tan nutritivos.
Las zanahorias, y otros vegetales que son raíces, como las patatas (incluidas las chips), están en la lista de los alimentos más radiactivos. Los debemos seguir comiendo porque tienen nutrientes y elementos tan beneficiosos como los antioxidantes.
¿También la cerveza?
Entre las bebidas, destacan el agua y la cerveza. Aunque los grandes bebedores no deberían preocuparse, ya que la misma cantidad de un licuado de zanahoria contiene 10 veces más de radiación.
Entre los alimentos más radiactivos se encuentran también las carnes rojas, que, según los nutricionistas, son más peligrosas por sus grasas saturadas que por su contenido, considerable, de potasio-40. Lo que aportan de positivo es el hierro y las proteínas. Y cuidado con la sal. Si es baja en sodio, o no lo contiene, es radiactiva, debido al cloruro de potasio.
La mala noticia para los estadounidenses es que su famosa mantequilla de cacahuete es radiactiva. De hecho, mientras en España se considera que la media de radiación que recibe cada persona en un año es de 3,7 miliSiever (una unidad de medida), en Estados Unidos alcanza los 6,2.
Claro que no toda la radiactividad que afecta a nuestro organismo viene de fuentes naturales. Al agua, la tierra y los mares llega la procedente de operaciones nucleares civiles y militares, por no hablar de las que han causado fugas y accidentes como el de Chernobyl o Fukushima, y se integran en la cadena alimentaria.
Por eso, también se encuentra en los peces y, de forma especialmente notable, en el marisco, hasta el punto de que quienes lo consumen de forma habitual pueden verse afectados el doble de aquellos que no los comen.
Cuando tomamos algunos de estos alimentos estaremos ingiriendo unas dosis, notables pero no alarmantes, de radiación.