Michoacán olvidado y en el abandono
Christián Gutiérrez, Columnista / Foto: Cortesía

Lo vuelven a hacer.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador dejó de lado a Michoacán; nos olvidó. En principio, porque durante su sexenio gobernó una parte Silvano Aureoles del PRD y ahí se acabó cualquier posibilidad de apoyo. En segunda instancia, al gobierno de Alfredo Ramírez Bedolla le prometió de todo, y nada llegó.

Nada cumplió Obrador de lo urgente y necesario.

Desde 2018 y hasta la fecha, Michoacán no logra salir de la lista de los 8 estados de la República mexicana más violentos. Es más, Uruapan, es de los territorios más peligrosos para vivir en el mundo y eso no ha variado desde que el municipio lo gobierna Morena y ahora un independiente proveniente de Morena.

La famosa alineación de gobiernos de Morena no le ha funcionado para nada a Uruapan y su adhesión a convenios de seguridad con el gobierno estatal tampoco ha funcionado.

Y Uruapan es solo un ejemplo de cómo el gobierno de Obrador abandonó a Michoacán.

Lo que ha pasado después de López Obrador es muy claro: pateo el bote hacia adelante, es decir, pateo el problema de la inseguridad hacia el gobierno de Claudia Sheinbaum. El problema es que ese bote viene cargado de avispas con un virus que enferma: la enfermedad de la violencia y la delincuencia.

En estos momentos, la enfermedad ya está arraigada en Michoacán. La entidad está más descompuesta que nunca, y aquí no solo hablaríamos de homicidios dolosos. La violencia arraigada en Michoacán es de múltiples rostros: violencia contra las mujeres, cobro de piso, extorsión, narcomenudeo, delincuencia organizada, apologías del delito, feminicidios, minas terrestres explosivas, drones artillados con explosivos, campamentos de la delincuencia, etc.

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Si se dan cuenta, Michoacán tienen múltiples rostros de violencias, y el gobierno de Claudia Sheinbaum no ha operado nada preciso en la entidad para disminuir todos estos rostros.

La violencia letal vista en días recientes en Morelia, Apatzingán, Zitácuaro o en Zamora demuestran que el gobierno federal sigue abandonando a Michoacán y que la llamada alineación de gobiernos y los convenios de coordinación en seguridad no funcionan. La gente está muriendo y está sufriendo.

Sheinbaum tiene poco tiempo como presidenta y no es culpable de la violencia que aterroriza a todo Michoacán, pero sí es responsable de atender toda esta violencia que le corresponde, porque tiene atribuciones para ello y la infraestructura para lograrlo.

Ahora que tiene todo el poder, también tiene toda la responsabilidad y eso hay que recordarlo.

*El autor es consultor y capacitador, tiene estudios de doctorado en Política, de maestría en Comunicación, de maestría en Neuromarketing, de maestría en Ciencia Política y de licenciatura en Derecho / Redes sociales: @ChristiánConAcento

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