Morelia, Michoacán.- Acoger, proteger, promover e integrar a migrantes y refugiados, es el llamado que la Iglesia Católica hace en el marco de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2018, que se organiza desde El Vaticano, para todos los templos y hogares cristianos-católicos en el mundo.
“El Papa nos invita a acoger al otro, lo que exige un compromiso concreto, una cadena de ayuda y de generosidad, una atención vigilante y comprensiva. Comprometámonos como Iglesia a ayudar a los gobernantes para que sepan acoger, promover, proteger e integrar”, refirió el arzobispo de la Arquidiócesis de Morelia, Carlos Garfias Merlos.
Ante representantes de medios de comunicación, el presbítero señaló que estas acciones se pueden lograr si se establecen medidas prácticas que “respeten el recto orden de los valores, ofrezcan al ciudadano la prosperidad material y al mismo tiempo los bienes del espíritu”.
“Estoy convencido que las personas migran por muchas razones, ante todo por «el anhelo de una vida mejor, a lo que se une en muchas ocasiones el deseo de querer dejar atrás la desesperación de un futuro imposible de construir». Se ponen en camino para reunirse con sus familias, para encontrar mejores oportunidades de trabajo o de educación: quien no puede disfrutar de estos derechos, no puede vivir en paz”, argumentó.
En ese tenor, explicó que el lema de esta Jornada Mundial dedicada a los migrantes y refugiados en todo el mundo, lleva en si mismo propuestas que el Papa Francisco plantea para lograr la paz:
Acoger: ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes a lugares donde les espera la persecución y la violencia, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la pro- tección de los derechos humanos fundamentales.
Proteger: el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación.
Promover: apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refu- giados.
Integrar: que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales.