Hace tres décadas la Ciudad de México y la zona conurbada fue sacudida por un fuerte sismo de 8.1 grados en la escala de Richter, que dejó a su pasó una ola de devastación total tanto de bienes materiales como vidas humanas.
Dos minutos bastaron para que miles de casas quedaran vacías, con las estructuras dañadas, dobladas o de plano desquebrajadas.
Dichos derrumbes mataron a cientos de personas aquel jueves por la mañana, mientras que muchas otras quedaron atrapadas entre los escombros, en un panorama de total desolación.
Cerca de 16 recién nacidos fueron rescatados de entre los restos de edificios, por lo que fueron conocidos como los ‘bebés milagro’.
Organizaciones civiles crearon un fideicomiso para apoyar al grupo de niños sobrevivientes del temblor, de esta forma a los pequeños se les cubrieron gastos médicos, educación y en algunos momentos, alimentación, pues algunos perdieron a sus padres.
Muerte
La cifra de muertos oscila entre las 20 mil y 40 mil personas, más de 30 mil estructuras resultaron dañadas y la ciudad estuvo sin luz por más de una semana.
Así, la radio fue el único mecanismo de comunicación disponible, tras caerse las redes telefónicas y de televisión.
Hubo gente que quedó tartamuda, con traumas por olores o sonidos que les recordaban aquel tiempo.
De la misma forma, algunos aprovecharon el momento para cometer ‘rapiña’ y llevarse lo que podían de donde pasaban o ‘acampaban’.
Aquella mañana del jueves 19 de septiembre, detalla El Universal, el terremoto arrancó de cuajo manzanas enteras, llevándose a edificios populares como el Hotel Regis, el Centro Médico, el Hotel del Prado y el edificio Nuevo León.
También varias secretarías y edificios de gobierno, así como un millar de construcciones en Tlatelolco y las colonias Roma, Juárez, Guerrero y en Tepito.
La misma fuente relata que los referentes cotidianos desaparecieron entre los escombros, de modo que no había forma de saber en dónde se estaba parado.
Fue en un parpadeo que la comunicación se hizo casi imposible; como si se tratara de la parte final de La Biblia, el Apocalipsis, la capital se paralizó.
El trauma siguió al grado en que personas se dormían con la luz encendida para verificar que la lámpara o el foco no se mecía.
Lo que se pensaba de que los reglamentos de construcción eran adecuados para cualquier eventualidad quedó en la basura cuando aquella mañana la Tierra se estremeció.
La costa de Michoacán fue el epicentro, a más de 400 kilómetros del Valle de México, y a pesar de la distancia el movimiento fue brutal; científicos de todo el mundo trataron de entender por qué había sido tan violento.
Peligros
El Universal alerta que un terremoto como el de 1985 puede volver a ocurrir, aunque no se sabe cuándo exactamente.
Señaló que Víctor Manuel Cruz Atienza, jefe del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, precisó que la intensidad puede ser el doble o triple que el de hace seis lustros.
Abundó que los sismos en México ocurren frecuentemente, pero los más comunes de intensos ocurren bajo la Costa del Pacífico, conocida también como zona de subducción.
Es allí donde la placa oceánica de Cocos pasa por debajo de la placa continental de Norteamérica.
Y es que las características del suelo en que está asentado el Distrito Federal es “un depósito de sedimentos, de arcillas, en cuencas que hubo hace miles de años, con alto contenido de agua”.
Por lo mismo, se produce una “amplificación muy grande” de las ondas sísmicas que provienen de la zona del epicentro del sismo, que puede llegar a representar 500 veces más.
Alerta
Es por eso que ante los riesgos de un sismo lo vital es aumentar la prevención, y conocer las medidas cautelares en caso de que se presente uno.
Hoy en día se cuenta con el Sistema Nacional de Protección Civil, el Centro Nacional de Prevención de Desastres y la alerta sísmica creada por el Centro de Instrumentación y Registro Sismíco.
Dado que un sismo no se puede evitar, lo que sí podemos hacer es tomar las precauciones necesarias para disminuir las pérdidas humanas, y de ser posible mantener un saldo blanco.
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