La Vaquita Marina, también conocida como Cochito (su nombre científico es Phocoena sinus), es una de las seis especies que existen de marsopas, que a su vez son considerados como los cetáceos más pequeños del mundo.
Su hábitat es el límite entre el alto golfo de California y el Mar de Cortés. Y sí, este maravilloso animal no habita en ninguna otra región del planeta.
En promedio las Vaquitas Marinas miden alrededor de 150 cm. y pesan unos 50 kg. Suelen ser de carácter tímido y solamente salen a la superficie del mar para tomar aire, por lo que es difícil observarlas a simple vista. Por lo general se encuentran solas o acompañadas de sus crías y suelen ser vistas a una distancia de 11 a 25 kilómetros de la costa y en profundidades que van de los 11 a los 50 metros.
Tan peculiar es la Vaquita Marina que no tiene parientes cercanos pues es evolutivamente distinta (es el única integrante de la familia de las marsopas que habita en aguas calientes). Por supuesto, ni que decir de la importancia que esta especie tiene en el equilibrio del ecosistema marino que habita.
Lamentablemente es la especie de mamífero marino más amenazada, tanto que está catalogada en máximo peligro de extinción por asociaciones como la Convention on International Trade in the Endangered Species of Wild Fauna and Flora (CITES), y la International Union for the Conservation of Nature (IUCN).
Se estimaba que la población de ejemplares el año pasado era de 97, pero para el 2016 el número se redujo en un 40% y en la actualidad existen menos de 60. De hecho, desde 1997 a la fecha la especie perdió al 90% de sus ejemplares.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Por años en esa región del Golfo de California los pescadores han usado redes de enmalle, con las que éstas y otras especies quedan atrapadas.
Incluso hace unos meses los cuerpos de un par de vaquitas murieron tras quedar atrapadas en estas redes.
La mayoría de estas redes son usadas para atrapar camarones, curvinas, robalos, mantarrayas, tiburones, macarelas, y peces totoabas. Por cierto, estos últimos también están en peligro de extinción pues sus vejigas natatorias son de gran valor para el mercado chino pues las consideran un alimento con propiedades medicinales que alcanza un precio de 10,000 a 20,000 dólares el kilo.
Como la demanda en China por las vejigas de totoabas sigue aumentando, los pescadores ven en el comercio de este ejemplar marino una buena opción de negocio y siguen usando redes de enmalle.
Otra amenaza, si bien no tan determinante como la anterior, es la contaminación provocada directamente por desechos y pesticidas que van a dar al mar, como por la reducción de agua dulce que llega al golfo debido al represamiento del Río Colorado.
¿Se puede revertir esta situación?
Sí, aunque se antoja casi imposible.
En abril de 2015, el presidente Enrique Peña Nieto lanzó un programa de conservación y rescate tanto para la vaquita como para la totoaba, brindando apoyo económico a los pescadores de la región (se destinaron US$70 millones) que se vieran afectados, imponiendo varias vedas y ampliando la extensión del polígono de protección.
Además, se deben aplicar medidas eficaces para proteger el ecosistema que ayudaría a que las vaquitas y otras especies endémicas a tener una mayor posibilidad de supervivencia.
En teoría se prohibió por dos años el uso de redes de enmalle y se impuso el uso de un nuevo modelo que no afecte a las vaquitas marinas. Lo malo es que las autoridades pesqueras y el gobierno no han llegado a un acuerdo e ilegalmente varios pescadores siguen usando redes de enmalle aún y cuando la Marina Armada de México realiza operativos de vigilancia para evitarlo.
Si bien las medidas del gobierno no son malas también es necesario contar con el apoyo de Estados Unidos y China, quienes tienen su dosis de responsabilidad, los primeros al permitir el tráfico de totoabas por su territorio sin hacer gran cosa por impedirlo, y los segundos por no dejar que la demanda de este pez siga aumentando en ese país.
Ante este panorama, varias organizaciones como el Foro Mundial para la Naturaleza (WWF) proponen el cierre definitivo e inmediato de las pesquerías que habitan en el hábitat de la vaquita marina y la totoaba, medida que aunque drástica, sería la más eficiente. Hasta ahora esta propuesta sólo ha encontrado negativas por parte de la industria pesquera de la zona, debido a las pérdidas económicas que esto representaría.
Podríamos apelar a la buena voluntad de todos (chinos, pescadores, habitantes de la región, autoridades pesqueras, etc), el problema es que hay tan pocos ejemplares de Vaquita Marina que el margen de error con el que se cuenta es muy reducido. Varios expertos coinciden que aún se puede salvar a la Vaquita Marina, el problema es que estamos ante la última oportunidad de hacerlo.
Para más noticias dale Me Gusta a nuestra página